Vuelven Diamond Dogs, la mítica banda sueca de sleazy boogie rock and roll que dinamitó la escena escandinava a principios de los 90 con unos directos incendiarios convirtiéndose en dignos herederos de la banda sonora de las vidas de los fans de la música rock.
Sulo Karlsson y Anders ‘Bobba’ Lindström (The Hellacopters) montaron Diamond Dogs en 1992. Tras grabar unas cuantas demos consiguieron por fin un contrato discográfico. Su primer single ‘Blue Eyes Shouldn’t Be Cryin’ de 1993 fue radiado hasta la saciedad en lo que entonces era la cadena más molona al oeste de Chernobyl: MTV
Con un sonido directamente heredado del rock británico de los 70 ́s (Rod Stewart, Frankie Miller, Faces, Mott The Hoople, Slade, etc ) Diamond Dogs debutaron con un pedazo de álbum stoniano que ni los hijos de Keith Richards. ‘Honked’ apareció en 1994 y por fin salió el sol en Estocolmo.
Cumplen 30 años de carrera y lo hacen con un magnífico nuevo doble LP, el decimocuarto en su carrera y con nada más y nada menos que 24 canciones producidas por el gran Thomas Skogsberg (Entomberd, Hellacopters, etc). Diamond Dogs juegan en la zona alta de su propia liga, son conscientes que han grabado algunos de los mejores álbumes de rock and roll clásico desde principios de los 90 y su bien merecida fama de ser uno de los directos más energéticos y fiables de las últimas décadas les hace estar en una posición envidiable en el olimpo del rock actual.
Tienen una misión y la van a cumplir: mantener viva la llama del rock and roll clásico, sin aditivos, engrasado al más puro estilo del rythmn and blues, con potentes riffs y chulesca actitud. Por algo han sido invitados a compartir escenario con the Damned, The Cult, Hanoi Rocks, Iggy Pop y su amado Ian Hunter.