Un corto para siempre
Seguro es lo inseguro
Constante el cambio
Estable el movimiento
Sólido lo maleable
Intangible lo palpable
Firme lo vulnerable
Incuestionables las dudas
Sutil la torpeza
Volátil lo arraigado
Eternos los finales
Tiempos
Los siempres que, suicidas,
se lanzan al vacío desde tu boca
no saben que no son siempres,
que van a morir recién nacidos.
Tan cortos como esos nuncas,
convertidos en a veces,
en quizases o talveces,
o en inmortales instantes.
Ese tiempo inmedible,
que te arroja a distancias
igual de incalculables
me rellena de vacíos.
En un mañana de estos
yo tendré monosílabos
y consejos de autoayuda
en respuesta a tus ahoras.
Tendré rosarios de miedos,
y paciencias al mayor
para tus lágrimas
y me quedaré esperando.
Llegará el hoy repentino
en el que seré yo de nuevo
y tú volverás a ser tú
y esos dos
se encontrarán sin reconocerse
Un abrazo
Ese abrazo
Bisnieto de otros mil
Muertos antes de nacer
Se queda conmigo.
Esa mano
Tan presentida
Sigue atada
A todos mis dilemas
Ese rostro
Tranquilo y presagiado
Se metió en mis pupilas
Y en los sueños de ayer
Esas frases
Verdades malditas
Resuenan en mi caja
Con eco largo y sonoro
Ese adiós
Con rostro de hasta pronto
Se fue contigo
Pero quedó tu sombra
Hoy no
Si fuera el instante
de montañas rusas,
ires y venires
cargas extremas
sacrificios vagos
trabajos forzados
te convocaría
Si quisiera ver
tus oscuridades
salvarte,
que me salves
meterme de nuevo
en tus descaminos
te escribiría
Si me complaciera
pulsar tus dilemas
sacarte las cuentas
restarme contigo
hundirme en tus dudas
tejer soluciones
te llamaría
Si hoy contemplara
descontar minutos
otorgar segundos
forjar lágrimas
clavarte en mis ojos
herir mi garganta
descoser mi boca
te buscaría
Pero justo ahora
que el cuerpo es más mío,
tallado en caricias
lleno de alegrías
caliente y confiado
si tocas mi puerta
no te la abriría
Lucía
Si antes fui capaz
de dar mi corazón
completo
y en trocitos
a quienes
me habían querido
y a quienes no.
A los que venían
o se iban
amigos
pequeños
mentores
compañeros
amores
gentes buenas
y malas
Hoy que has venido
con tu enorme luz
de cocuyito
con esos ojos
negros
y esas manos
Que me miras
desde la imagen
con tu carita
recién llegada
asombrada
curiosa
más hermosa
que todo lo que he visto
Lo que queda de él
de mi corazón
con sus remiendos
cicatrices
abultamientos
abollamientos
dulzuras
y amarguras
es todo para ti
Lucía
Justo antes
El tiempo es tan inasible,
impalpable y vaporoso
que los momentos de felicidad
pasan como una ráfaga.
Dejan,
como mucho,
el dibujo de una sonrisa en el rostro,
ansiedad porque se hagan eternos
e incluso, a veces,
cansancio.
Por eso disfruto tanto
del final de nuestros encuentros,
la frontera entre tenerte y no tenerte:
ese minuto de camino justo antes
de desearnos un buen día;
ese lapso de duración indefinida
que transcurre al filo de la inconsciencia
cuando estamos a punto
de quedarnos dormidos
y las caricias se hacen leves y lentas
porque el cuerpo ya no responde;
el instante de silencio
al otro lado de la línea
cuando sabemos que no hay
nada más qué decir;
la postdata de besos
antes de alejarme por unos días.
El amor que siento en esos ratos
de inminente adiós
es tan fuerte,
que quisiera seguir despidiéndome de ti
una y otra vez,
para sentirlo siempre.
Y, a la vez, desearía
no tener que volver a hacerlo.