Adèle Blanc-Sec también cuelga el sombrero definitivamente con “El bebé de Buttes-Chaumont” de Tardi. Edita Norma Editorial

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Que curiosa coincidencia que justo cuando el aventurero por excelencia, Indiana Jones, ha colgado definitivamente sombrero y látigo en una última aventura de senectud, Adèle Blanc-Sec, la aventurera por excelencia del cómic franco-belga, bastante escaso en heroínas, hace lo mismo en un último y glorioso episodio de sus “extraordinarias aventuras”. El bebé de Buttes-Chaumont es la décima aventura de este personaje icónico y único que Norma Editorial ha publicado aquí hasta ahora en tres pequeños tomos integrales con tres episodios cada uno, al que ahora se añade este Bebé. Hombre de palabra, Tardi siempre dijo que Adèle sólo viviría un máximo de diez volúmenes: “siempre dije que de Adèle haría diez, ni uno más”. Como el propio autor explica en la extensa e intensa entrevista que sirve de epílogo a este cómic, “es un álbum más completo que los demás, con más páginas, para cerrarlo todo. Continuación no, detesto los falsos Blake y Mortimer y compañía. De hecho, al final del álbum lo digo. Nunca habrá una continuación de Adèle. Como toda despedida de una buena experiencia, el sabor es agridulce pero Tardi, pese a haber dejado pasar quince años entre la novena obra de Adèle, El laberinto infernal y este nuevo relato, claramente lo ha dado todo para que los aficionados asistamos a un último espectáculo de los que no se olvidan.

Volviendo la vista atrás desde el recuerdo del propio autor, que reincide en el papel protagonista de esta mujer de ficción única, “la primera publicación es de 1976, sólo un poco después de que se celebrara el Año de la Mujer. En el cómic no había muchas heroínas. Barbarella, Las aventuras de Jodelle de Guy Pellaert, tenían un punto erótico y poco satisfactorio. Yo quería una joven con una vida normal y que no tuviera que enseñar su anatomía cada cinco minutos”. Como en la mayoría de metas autoimpuestas a nivel artístico, Tardi logró no sólo superar la desconfianza inicial de sus editores, sino que llevó a su personaje y sus extraordinarias peripecias a una popularidad y respeto evidentes. Formando parte ya de la iconografía de personajes aventureros del tebeo franco-belga, en 2010 el director Luc Besson apostó por llevar a la gran pantalla, Les aventures extraordinaires d’Adèle Blanc-Sec (conocida en España como Adèle y el misterio de la momia), adaptación de las cuatro primeras historias escritas y dibujadas por Tardi. De hecho, Tardi participó en el guión de la película. Y aunque la idea original de Besson era hacer una trilogía, el éxito en taquilla no pareció ser suficiente, aunque en este caso si hizo que mucha más gente se fijase en el personaje del cómic original.

Sobre El bebé de Buttes-Chaumont, lo que es evidente es que la espera ha merecido la pena, aunque es obvio que los tiempos han cambiado, como reconoce el autor: “en la medida en que he mantenido esta serie de forma frenética, a álbum por año, entre 2007 y hoy, en 2022, Adèle ha desaparecido un poco de la circulación. Es un asunto generacional. En las firmas suelen hablarme de ella, pero sus lectores no son unos niños. De todos modos, no nos engañemos, hoy en día el manga lo invade todo”. Aunque por suerte, el buen gusto y las buenas historias no se rinden ante las modas. No lo ha hecho el autor, quien después del noveno álbum necesitó de una larga pausa: “cuando en octubre de 2007 publiqué el noveno, me puse con el siguiente. Al cabo de algunas planchas, seguir con Adèle me resultó molesto. Quería hacer otra cosa, así que lo dejé. El problema es que lo dejé del todo”. De modo que, si admiras a Tardi y en especial a su personaje, vas a disfrutar mucho El bebé de Buttes-Chaumont, porque en un tomo de más páginas y con su excepcional dibujo perfeccionado al límite, Tardi ha reunido prácticamente a todo el elenco principal y a todos los personajes que han acompañado a Adèle desde el principio. Y aunque es un álbum que puede leerse de modo casi independiente, los seguidores de la serie encontrarán en cada rincón de cada página tantas referencias y guiños a aventuras pasadas que la nostalgia se hará inevitable.

Diez años después, Adèle sigue siendo escritora de folletines en París. Todavía misteriosa, elegante pero capaz de salir de todo tipo de situaciones delirantes y reales, nos encontramos en El bebé de Buttes-Chaumont con que el doctor Chou y sus gotas experimentales han convertido y siguen haciéndolo a medio Paris en una mezcla entre minotauros con resquicios de inteligencia y bóvidos incontenibles. En semejante escenario, decenas de clones-bomba de Adèle siguen sueltos y todas las momias del mundo salen de sus sarcófagos para asistir a un congreso internacional, haciendo turismo de paso por la eterna Ciudad de la Luz junto a muchos otros conocidos. Como en cualquier obra de Tardi y por encima aquí de todos esos elementos fantásticos que recuerdan la mejor herencia de los clásicos de Julio Verne, Edgar Allan Poe o incluso el mismísimo Lovecraft, el autor insiste en su crítica a todos esos temas que le hacen reconocible: contrario a la pena de muerte, la guerra o el nacionalismo, la poca sutilidad de toda autoridad presente en el universo de Adèle Blanc-Sec pone en duda igualmente la válidez de jerarquías, la servidumbre ciega de las manadas y las masas así como la explotación. En palabras de Tardi: “(…) es sólo lo que se lee todos los días en los periódicos: policías corruptos, políticos corruptos… una lista realmente aterradora. Adèle es anarquista, no tiene Dios ni amo. Desconfía de las instituciones del poder”.

Idéntica protagonista de la historia y la más fiel compañera de Adèle se muestra la ciudad de París en todo su esplendor. Siempre detallista y basado en todos los rincones reales de un lugar eterno, Tardi reconoce que “utilizo lugares de París porque me gusta dibujarlos. Me gustan mucho los museos porque me inspiran y, en particular, los jardines botánicos con su techo de cristal, las vitrinas y toda la parafernalia científica que contienen”. En ellos y sobre ellos transcurre una vez más una alocada carrera contrarreloj que esta singular heroína trata de ganar, a la búsqueda de un digno final ojalá que feliz. La respuesta: recupera sus anteriores aventuras y embárcate con ella en esta última, donde todo es posible y hay lugar para esperpento, fantasía y acción a partes iguales. Terminando por donde empecé, te aseguro que vas a disfrutar mucho más de este libro que de la última película de Indiana Jones.

SOBRE EL AUTOR

Jacques Tardi
Nacido en Valence (Francia) el 30 de agosto de 1946, tras estudiar en la Academia de Bellas Artes en Lyon y en la Escuela de Artes Decorativas de París, se inicia en la historieta en 1969 en el mítico semanario Pilote con una historia de 6 páginas, Un cheval en hiver, con guión de Jean Giraud. Tras otras colaboraciones breves con diversos guionistas, en 1971 aparece su primera historia de continuará con guión de Pierre ChristinRumeurs sur le Rouerge. Al año siguiente, con guión propio, lanza Adieu Brindavoine, donde ya perfila su estilo definitivo y su pasión por los años de la I Guerra Mundial, y cuyo protagonista, Lucien Brindavoine, reaparecerá como secundario en Adèle Blanc-Sec. En 1974 Dargaud, la editorial de Pilote, le publica directamente en álbum Le démon des glaces, de nuevo en colaboración con Christin, pero una serie de desacuerdos le hacen abandonar dicha casa. Ese mismo año, Futuropolis saca también directamente en álbum La veritable histoire du soldat inconnu, y en 1975 una historia rechazada por DargaudUn épisode banal de la guerre des trancheés, aparece como suplemento del diario Libération. En 1976 Casterman le edita el primer álbum de su serie más popular, Adèle Blanc-Sec, homenaje a los folletines de principios del siglo XX, de la realizaría hasta la fecha ocho títulos. Colabora en Metal Hurlant con varios episodios cortos de ciencia-ficción y la historia larga ambientada en la antigua Roma Polonius, con guión de Picaret, y en B.D., efímero semanario lanzado por Éditions du Square, con el relato policíaco Griffu, con guión de Manchette.

En 1978, al lanzar Casterman el mensual À SuivreTardi está presente desde el primer número con el surrealista Aqui Même, con guión de Jean-Claude Forest. En 1981 adapta en viñetas el detective Néstor Burma, creado literariamente por Léo Malet, en Niebla en el puente de Tolbiac, del que ilustraría otras cinco entregas. Sus siguientes obras incluyen La guerra de las trincheras (iniciado en 1982; versión definitiva en álbum en 1993), El exterminador de cucarachas (1983, guión de B.Legrand), Jeux pour mourir (1992, basado en la novela de Géo Charles Veran), La última guerra (1997), El soldado Varlot (1999, con Didier Daenincx) y La patada (2000, guión de Daniel Pennac). En 2001 inicia la saga El grito del pueblo en tres volúmenes, adaptada de la novela de Jean Vautrin, relatando la lucha de la Comuna Francesa. Uno de los grandes narradores gráficos franceses del último tercio de siglo, Tardi ha realizado numerosos trabajos gráficos aparte del cómic: portadas, ilustraciones, carteles, portafolios, etc., destacando especialmente sus ilustraciones para la edición de lujo de varias novelas de Louis-Ferdinand Céline, además de recibir importantes galardones a lo largo de su carrera, incluyendo el Gran Premio del Salón de Angoulême de 1985, año en que recibió la Orden de Caballero de las Artes y las Letras.

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