Durante meses ha sido una de las artistas más votadas en el programa de radio de LH a Todo Ritmo, programa de radio que se hace en LH Magazin Radio. Y es que su segundo disco “AHO UHAL” es un disco en el que perderse, un disco repleto de matices, sentimientos, y con el que pasar buenos ratos. Un disco que ha nacido en la oscuridad de la noche. ¿Es la noche el momento álgido de Olatz Salvador?
Diría que sí. La noche me inspira mucho y, paradójicamente, también despierta cosas en mí. Hay menos estímulos y es un buen momento para encontrarme conmigo misma. La oscuridad ha representado para mí, a parte de lo evidente, un lugar donde no nos gusta acceder y donde podemos encontrar cosas de nosotras mismas que no son tan fáciles de gestionar.
Este es un disco que mira más para adentro que tu anterior disco ¿Te ha servido como terapia? ¿Se pueden poner barreras a la hora de escribir para intentar contar lo menos posible y no sentirse uno desnudo?
La verdad es que sí que me ha servido como terapia, aunque también estoy en un proceso terapéutico con una psicóloga en el que me estoy conociendo más y aprendiendo mucho. Claro que se pueden poner barreras, todas las que cada cual quiera o necesite, pero a mí no me sirven. Si voy a crear algo, necesito desnudarme y contar la verdad, o al menos, mi verdad. Eso implica la exposición que puede suponer publicar mis canciones, pero luego veo que mucha gente se siente identificada con ellas y siento que merece la pena colectivizar esos sentimientos.
¿Crees que estamos viviendo un momento en el que la tristeza, llorar… no está bien visto, todos los días en las redes sociales vemos caras felices, buenos momentos, viajes…?
Nunca ha estado bien visto estar triste. No nos han enseñado a mostrar otras caras de nuestra personalidad o nuestro estado de ánimo y a la gente le incomoda el hecho de que alguien llore en presencia de más gente, por ejemplo. Creo que hay que romper con esa hipocresía de mostrar realidades que no se corresponden con una misma y, como bien planteas, las redes sociales no ayudan. Se está demostrando que generan mucha ansiedad, sobre todo, en las personas adolescentes. Veo muy necesario, y más ahora, que seamos fieles a lo que sentimos y no tengamos miedo de mostrarnos vulnerables.
La mayoría de las canciones han nacido durante el confinamiento. ¿Cómo viviste ese momento y cómo ha afectado a la hora de escribir las canciones de este disco?
Lo viví en una etapa de transición de mi vida, en la que, casualmente, había vuelto a casa de mi madre. Dentro del shock y todas las preocupaciones que tenía, como toda la sociedad, me tocó un entorno donde me sentí muy cuidada y agradezco mucho a mi madre y a su pareja por acogerme con tanto cariño. También tuve espacio para crear, aunque sentía que estaba también un tanto seca, sin muchas ideas para componer. Luego fueron saliendo cosas que partían de letras que no había escrito yo o basadas en poemas, como la canción ‘Eskuekin’, que escribí basándome en el poema ‘Con las manos’ de Gatta Cattana.
A parte de tu proyecto en solitario, tocas el teclado en un grupo llamado Skakeitan. ¿Cómo ha afectado este covid19 al grupo?
Pues nos pilló en el peor momento posible. Habíamos hecho una gran inversión de energía, tiempo y dinero en un disco con una producción súper cuidada y mezclado por Eliot James, un productor muy consagrado de Londres. Teníamos ya el año repleto de bolos, algunos de ellos en Mongolia, Corea y Japón. Ha sido un golpe muy duro y hemos atravesado una situación muy dura para el grupo.
Un disco que ha sido producido por el gran Pablo Novoa (Nacho Mastretta, Josele Santiago, Iván Ferreiro, Los Enemigos, Los Ronaldos, Julieta Venegas…) ¿Qué escuchaste de Pablo que te hizo pensar que fuera el productor del disco?
Si te digo la verdad, no fue idea mía, sino de mi manager, Ñako, que siempre está a un paso más que yo en todo. Tiene muchas ideas y mucha ambición y fue él quien me lo presentó y me animó a que colaborara en el disco, tanto en la producción, como tocando la guitarra. Pablo se implicó a tope desde el minuto uno y la verdad es que ha sido un gran descubrimiento.
Cuentas con la colaboración en un tema de Rozalen “Ahots Hari” en el cual Rozalen canta por primera vez en euskera. ¿Cómo la conoces y cómo le planteas hacer un tema en euskera?
La conocí en la zona de artistas del festival Viña Rock, aunque ella probablemente no se acuerde, porque cada minuto estaba con alguien distinto que se acercaba a conocerla. Yo le dije que me haría mucha ilusión que ella tuviera un disco mío, aunque no entendiera nada, porque estaba en euskera y ella me dijo que le haría mucha ilusión cantar en euskera alguna vez. Meses más tarde, al acordarme de esa conversación, pensé que, aún siendo poco probable, teníamos que intentarlo. Ha sido un gran acto de generosidad por su parte.
Pero también están Ivan Ferreiro, Idoia Asurmendi… ¿Cómo fueron surgiendo estas colaboraciones y les propusiste tú las canciones o eligieron ellos?
Fui yo quien les lanzó la propuesta de colaboración, aunque no directamente, ya que, por ejemplo, en el caso de Ivan, es Pablo quien tiene una relación con él y, por tanto, ha hecho de intermediario para que Ivan colaborara. En su caso, creo que no es la canción en la que él querría colaborar, porque la tiene muy trillada y creo que él sintió que quería hacer algo diferente, por lo que apostó por meter muchos efectos y crear algo más innovador. En el caso de Idoia, era una artista que ya apuntaba maneras desde su comienzo y yo la descubrí cantando una cover que me gustó mucho, así que pensamos que sería bonito intercalar gente de gran renombre con gente que estaba en sus comienzos.
¿Qué significa para ti “Promesas que no valen nada” de Ivan Ferreiro?
Es una canción que escuché muchísimo durante mi adolescencia y por eso me hacía mucha ilusión incluirla en este disco. La letra me atraviesa de alguna manera y además no pierde el sentido para mí. Una amiga me escribió una frase de esa canción en una servilleta y la guardé durante mucho tiempo, tenía mucho sentido para mi. Tengo muchas ganas de reencontrarme con ella, porque llevamos años sin vernos, y decirle: mira lo que he hecho.
Entre los grupos que te gustan podríamos encontrarnos a Berri Txarrak o Nina Simone. ¿Cómo sería tu playlist?
Mi playlist abarca un espectro bastante amplio por la variedad de música que escucho. Mi familia ha sido muy jazzera y he mamado mucho esto, aunque no sea lo que más escuche. Dependiendo de la etapa vital en la que me encontraba, las canciones iban variando, aunque es cierto que el pop-rock siempre ha estado ahí. También escucho bastante música con bases electrónicas y me gusta mucho la combinación de baterías electrónicas y sintes con instrumentos orgánicos como la guitarra, el bajo y la voz, tal y como se puede apreciar en mi disco. Por otra parte, he escuchado bastante música popular, que puede abarcar desde una Mercedes Sosa a un Silvio Rodriguez. En mi playlist podríamos encontrar desde la balada más intensa hasta la cumbia más absurda. Me gusta esa combinación, porque la vida también es así.
¿Cuáles son tus sueños utópicos y crees que con la música se puede cambiar el mundo?
Qué pregunta más difícil. Mis sueños utópicos podrían ser bastante tópicos, como la justicia social y la paz en el mundo, pero, al estar tan lejos, sí que intento aportar mi granito de arena para que las cosas que no me gustan cambien. Estudié psicología para ello y he trabajado en el ámbito social, porque me aporta mucho sentir que estoy haciendo algo para mejorar la vida de otras personas. Ahora, en mi pequeña escala, puedo llegar a sentirlo mediante las canciones, por el tipo de feedback que he recibido. Me he dado cuenta de que mis canciones han estado en todas las etapas de la vida humana, y eso es algo grande. Darme cuenta de que estoy acompañando a alguien, incluso sin llegar a saberlo, en una etapa importante de su vida, me hace creer que esto puede enriquecer a personas. Yo siento que hay canciones que me han salvado y ojalá alguna canción mía pueda salvar a alguien, o sacarle una sonrisa, o darle un poco de oxígeno en un momento duro. Leí en alguna parte que la música puede cambiar a las personas que pueden cambiar el mundo, así que, aunque me parezca un tanto optimista, me quedaré con esa idea.
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