El pianista de Florida explora todas sus facetas en su último concierto en Madrid (6 de febrero de2025)
Pocos artistas son tan prolíficos en la esfera del jazz como el norteamericano Brad Mehldau, y pocos tan admirados y queridos en nuestro país. Ante un Auditorio Nacional repleto, se presentó con la única compañía del piano y con novedades de última hora en el programa. La actuación prometía ser un repaso a uno de sus últimos discos de estudio, en el que daba rienda suelta a su lado más clásico. Après Fauré (2024) es el homenaje de Mehldau al célebre compositor Gabriel Fauré, con bellas interpretaciones de sus nocturnos para piano y varias piezas de inspiración propia basadas en el estilo del francés.
Durante los primeros cuarenta minutos, todo transcurrió según lo previsto, con Mehldau recorriendo con maestría una fina línea fronteriza entre Romanticismo, Expresionismo y Modernismo, ante un público tusígeno, cogiendo aire entre pieza y pieza, visiblemente poco acostumbrado a esos derroteros musicales. Pero tras un breve descanso (con afinación del machacado Steinway incluida), el respetable recibió su recompensa.

Lo que prometía ser un segundo pase de “improvisación” se convirtióen toda una exhibición de todo lo que es Brad Mehldau, que cosechó ovación tras ovación. Comenzó interpretando, a su modo, una de esas canciones perfectas que nos ha regalado la historia del rock and roll, la célebre “Can’t Find My Way Home”, compuesta por Steve Winwood para el único disco del supergrupo Blind Faith, fundado en 1969 junto a Eric Clapton, Ginger Baker y Ric Grech. Una extraordinaria versión que ojalá aparezca en uno de sus próximos álbumes de estudio y que fusionó maravillosamente bien con J. S. Bach e incluso con pinceladas de la banda Radiohead. Mehldau en estado puro.
Nuevamente, sacó a relucir sus inclinaciones por Bach. Presentabatambién un notabilísimo nuevo trabajo homenaje al genio de Eisenach, After Bach II (2024), del que repasó sus “Variaciones a las Variaciones Goldberg”. El broche final vino de la mano de Elliott Murphy, del “Maybe, I’m Amazed” de Sir Paul McCartney, de más Beatles con “Golden Slumbers” y de un estupendo “Cry Me A River” dentro de los múltiples bises que la bancada madrileña no se cansaba de pedir.
Texto de Pablo A. Martín