Pocas series y personajes hay más emblemáticas del cómic franco-belga que Blake y Mortimer, la creación eterna de Edgar P. Jacobs, de quien Norma Editorial inició la titánica labor de editar en España unos increíbles tomos integrales cuyo segundo tomo estará al alcance de nuestras manos al final de este mismo verano. Mientras tanto y aparte de la obra original de Jacobs, sus personajes son de esos mitos universales de la viñeta a los que les está permitido acercarse a otros autores, enriqueciendo visualmente historias que verdaderamente merece la pena disfrutar siendo aficionado a los personajes originales. Lo más curioso es poder disfrutar de nuevas aventuras de estos héroes inquebrantables tras la detallista e impresionante versión que de ellos nos ofreció antes el mismísimo François Schuiten con El último faraón, ya que la diferencia gráfica entre ambos autores no podía ser más abismal. Y de las detallistas líneas de Schuiten pasamos a Floc’h, el más puro representante actual de la denominada línea clara en un arriesgado ejercicio de renovación que sorprende y va más allá de todo lo esperable.
Pese a sus reticencias, no podía haber autor más acertado, adecuado y preciso que Floc’h para darle una nueva visión a un cómic que parece un clásico editado en la época de Jacobs. “Siempre había dicho que no me interesaba hacer un Blake y Mortimer -reiteró el dibujante en sus primera entrevistas promocionales sobre este libro-, que estaba en la tierra para ser Floc’h, no Jacobs. Después de haber hecho autoficción todos estos últimos años y haber acabado dos obras al inicio del confinamiento (La Femme de ma vie y Une chienne de vie), se abrió un hueco y me lancé a esta aventura nacida probablemente de un espíritu de contradicción, en definitiva. Llamé a mi viejo cómplice, Jean Luc Fromental, con quien firmé Jamais deux. sans trois, y que conoce perfectamente mi manera de hacer las cosas. Me dio su acuerdo con la condición de trabajar con su socio, Bocquet“. Y así fue posible Blake y Mortimer. El arte de la guerra, una aventura neoyorkina escrita a la medida de Floc’h por una pareja de veteranos guionistas igualmente culpables de una obra que lleva el universo de Jacobs hasta sus últimas consecuencias, incluida la radicalidad del evidente exceso intencionado en el uso de la línea clara por parte del dibujante, que logra hacer de algunas páginas y viñetas verdaderos cuadros con sabor a arte pop completamente retro pero de una elegancia de la que muy pocos autores son capaces.
Blake y Mortimer. El arte de la guerra es todo un homenaje a dos personajes que escribieron su lugar en el olimpo del cómic europeo con grandes aventuras ambientadas en el viejo continente. Quizás por eso Fromental y Bocquet nos llevan a asistir a un apasionante relato de misterio en la ciudad de Nueva York a principios de los años 50 del siglo pasado, en plena Guerra Fría. Francis Blake, acompañado por Philip Mortimer, es invitado a dar un discurso en la sede de las Naciones Unidas neoyorkina. Muy ágiles en la narración, apenas los dos héroes desembarcan de su avión, un personaje misterioso, es arrestado después de haber destrozado una reliquia egipcia expuesta en el Museo Metropolitano. Trastornado y aparentemente amnésico, este último es internado en una clínica especializada. La mayor de las sorpresas llega cuando el detenido resulta ser el mismísimo Olrik. Rápidamente informados de la reaparición de su némesis, Blake y Mortimer ofrecen su ayuda al FBI. Con su archienemigo cerca y la cumbre de Naciones Unidas como posible escenario de nuevos desastres a escala mundial, los personajes acaban completamente involucrados en una historia que, en esta ocasión, tiene más de thriller al estilo de Alfred Hitchcock que de aventura repleta de acción. Quizás por eso esta versión de Blake y Mortimer es especialmente entretenida e intensa.
Llama especialmente la atención la mesura de los guionistas José-Louis Bocquet y Jean-Luc Fromental en su excelente trabajo escribiendo esta aventura, en especial porque, plenamente acordes al estilo puro de Floc’h, resumen las habituales parrafadas explicativas habituales de las aventuras de Blake y Mortimer al mínimo, dejando que los colores y explicación visual del dibujante obren el milagro de explicarnos con trazo grueso minimalista gran parte de las situaciones. El resultado, que podría chirriar a los aficionados de las abigarradas páginas originales de Jacobs, entenderán al poco de empezar a leer Blake y Mortimer. El arte de la guerra el respetuoso cariño con el que Floc’h es capaz de trasladarnos y ofrecernos las mismas sensaciones del autor original con su peculiar y refinado estilo. Resulta del todo inevitable no percatarse del cruce de estilos e imágenes que Jacobs, como bien es sabido por su época de colaborador, fue capaz de llevar a los cómics de ese otro nombre imprescindible de la línea clara que es Hergé. Y con su estilo propio, Floc’h parece haber fusionado lo que Jacobs hubo en Hergé y de éste en el maestro, en un sutil juego que nos deja en todo momento un sabor de tebeo, argumento e incluso desenlaces totalmente clásicos. Honestamente lo que al principio chocará a cualquier lector y seguidor de Jacobs, llegando al punto de pensar que éste habría metido todas las viñetas de Floc’h en la mitad de páginas, al final es todo un disfrute para la vista gracias al gran formato europeo (23×30 cm.) que Norma está manteniendo en la mayoría de sus lanzamientos de cómic europeo. Merece la pena poder apreciar la técnica narrativa de Floc’h en sus enormes viñetas en una edición de gran tamaño como ésta. La conclusión es que este libro es el cómic ideal con el que evadirse en estas fechas, anotando su relectura o simple visionado de sus majestuosas viñetas para cualquier otra época del año.
SOBRE LOS AUTORES
FLOC’H
Floc’h, nacido en 1953, es un importante dibujante de ilustración y cómic. Es uno de los principales defensores de la línea clara junto a Yves Chaland, Ted Benoit y Joost Swarte. Tras un breve paso por la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs de París, se dedicó a la prensa y la ilustración editorial. En 1977 publicó su primer álbum de cómics Le rendez-vous de Sevenoaks en colaboración con François Rivière. A esta serie le seguirán otros tres libros titulados Albany & Sturgess: The Harding File (1979), In Search of Sir Malcolm (1985) y Olivia Sturgess 1914-2004 (2005). Así como una fantasía Asesinato en miniatura de 1994 y el libro Las crónicas de Oliver Alban (2006). El tándem también produjo las series Blitz (1981), Underground (1996) y Black-out (2009), que se estrenaron íntegramente en 2011. Al mismo tiempo, Floc’h produjo otra tira cómica con Jean-Luc Fromental: Jamais deux sans trois (1991) y es autor de los libros ilustrados Life (1985), High Life (con Fromental, 1986), Mi vida (1985), Mi vida 2 (1997), Recuerdo (1987), Un hombre en el multitud (1985), Exposición (1998), Diario de un neoyorquino (Con Michel Jourde, 1994), Una vida de ensueño (2007), Britannia masculina (2009), Euforia londinense (2010), Utopía regencia (2010) y Una vida ejemplar (2011). Ilustrador mucho más que dibujante/autor de cómics, Floc’h pone su talento al servicio del cine (carteles para Alain Resnais, Woody Allen, Mike Leigh, etc.), así como de la publicidad y la ilustración para la prensa (The New Yorker, Le Monde, Monsieur, Lire, World of Interiors…). En 2012 publicará una novela gráfica Villa Mauresque, una biografía del escritor Somerset Maugham, con François Rivière y participará en un documental sobre la vida de uno de los locutores de Francia libre en la BBC Little Big Bauer. Sus refinados gráficos y los ambientes distinguidos y cultos en los que evolucionan personajes con encanto y elegancia británica confieren a su trabajo un estilo plenamente reconocible.
JOSÉ-LOUIS BOCQUET
Fue en Neuilly-sur-Seine donde nació el pequeño José-Louis el 28 de agosto de 1962, tan rápidamente apasionado por el buen cómic que fundó, a los trece años, Bizu, su propio fanzine. Luego creó para Bédérama varias colecciones ilustradas, que ofrecen recopilaciones de autores como Franquin, Binet y Andréas. Para satisfacer su pasión por la lectura, se convirtió en empleado de la librería Temps Futurs a principios de los años 1980 y, con su amigo y cómplice Jean-Luc Fromental, participó en la creación de las obras de L’Année de la Bande Dessinée publicadas por este templo parisino del cómic y la ciencia ficción. Sus primeros artículos comenzaron a aparecer en Métal Hurlant y se convirtió en jefe de prensa de Humanoïds Associés en 1983 y luego director de colección de esta editorial. Sus primeros guiones fueron ilustrados por Serge Clerc (Les mémoires de l’espion), Arno (Anton Six et Kriegspiel), Franz (Mémoires d’un 38, en colaboración con Fromental), Max (Panzer Panik) y Biard (Le 38° Parallèle, en colaboración con Rivière). Con la colaboración de François Rivière al guión y Philippe Berthet al dibujo, inició en 1983 su serie más ambiciosa: Le Privé d’Hollywood. Alimentada por los thrillers retro de Stuart Kaminsky y las primeras obras de la Serie Negra, esta reconstrucción de una América desaparecida hace tiempo conserva todo su encanto, como lo demuestra su reedición completa en 1999. De 1989 a 1991, escribió la trilogía de aventuras del reportero Dorian Dombre para Francis Vallés (para Glénat) y se esforzó en revivir a Jerry Spring con Franz (Fureur Apache, para Alpen en 1990). En 1991, participó con Jean-Baptiste Gilou en la creación de las ediciones La Sirène, donde publicó una monografía monumental sobre el cineasta Henri-Georges Clouzot. Hombre de múltiples gustos y talentos, también fue redactor jefe adjunto de Salut les Copains y presentador de TF1, pero escribir sigue siendo su placer favorito. En 1997, se unió a Marie-Ange Guillaume para escribir una biografía de René Goscinny para Actes-Sud y proporcionó el guión de Timbrés rares a Antonio Cossu y Louis Joos.
JEAN LUC FROMENTAL
Después de diez años en el mundo editorial, Jean-Luc Fromental se dedica a la prensa, la publicidad, la televisión y, por supuesto, al cómic. En 1981 creó (con José-Louis Bocquet) El año del cómic. En 1983 lanzó la revista bimestral Métal Aventure y en 1985-86 asumió el cargo de editor jefe de la legendaria publicación Métal hurlant. Debutó en los dibujos animados en 1986 como coguionista de la serie Bleu, l’Enfant de la Terre, dirigida por Philippe Druillet, y luego trabajó en 1991 en el proyecto cinematográfico de Moebius, Starwatcher. En 1994, diseñó la serie animada Érase una vez para 26 dibujantes de cómics. Creó otras series para televisión: Witch World en 1997, con Colin Hawkins, Les Renés, con Hervé Di Rosa en 2000, y Mandarine & Cow en 2007. En 2001 participó en la serie Lucky Luke, como director y guionista. Se dirige hacia el cine de animación, con la adaptación de la novela de Roy Lewis Por qué (no) me comí a mi padre, que Djamel Debouzze dirigirá en 2012. Sigue en contacto con el periódico y publica regularmente para jóvenes, en particular el aclamado 365 Penguins, con Joëlle Jolivet. En 2003, volvió a la edición creando el sello de cómics para adultos Denoël Graphic en el seno de la casa Denoël, que publicó en particular Tamara Drewe de Posy Simmonds y La Genèse de Robert Crumb. Jean-Luc Fromental también se distinguió como guionista de cómics: escribió para artistas como Floc’h, Loustal, Stanislas (Les Aventures d’Hergé), Chaland, Blexbolex, Miles Hyman, Jano. Es autor de una treintena de novelas, relatos de viajes, relatos y historietas.
