¿En qué piensan los atletas cuando no corren? ¿Qué le pregunta el miedo al miedo? ¿Qué es estar solo? ¿Alguna vez se supera una depresión? ¿A qué se dedica quien lo consigue?… damos vida a estas páginas porque para responder “¿cuál es el título que más ilusión te ha hecho ganar?” ya había otras.
“Cuando el miedo venga a detenerme, haré que le responda mi pasión”
LOCUS
Para nuestro primer cara a cara en papel hemos elegido a Fernando Carro Morillo. Desde una perspectiva que no separa la vida de la soledad y el dolor, nos acercamos al Carro más filosófico. Así es como responde el “Carromato de Suanzes” a “la novia del Joker”:
¿Qué opinión te merece el hecho de construir con el deporte una imagen pública y proyectarla de tal manera que se extraiga un beneficio propio?
Es relativo. En mi caso, yo tengo una gran responsabilidad con mi imagen e intento ser lo más nítido y honrado posible, porque es mi manera de entender la vida y el deporte. Lo que proyecto es exactamente lo que soy. Esa imagen de aguerrido, de luchador que toda la gente tiene de mí, es un poco en definitiva lo que realmente soy fuera del deporte. No lo utilizo como un altavoz para intentar enmascarar otras cosas sino al revés, intento simplemente ser quien soy.
¿Los valores del deporte te pueden enriquecer como persona? ¿Verdaderamente el deporte tiene unos valores intrínsecos o sólo los que nos apetece ponerle?
Por supuesto que el deporte tiene unos valores muy férreos. Yo, en esta pregunta, puedo hablarte desde la más tierna niñez llena de ideales hasta la etapa más adulta. He estado en el máximo exponente, en los Juegos Olímpicos y allí he vivido con fuerza los valores del deporte. Pero es en la base formativa de la tierna infancia donde albergo mis máximos secretos más maravillosos que puedo transmitirle a la gente que quiero y a la que quiero ayudar.
¿La emoción y la razón deberían enfrentarse o ir de la mano para la felicidad propia?
Yo soy enormemente emocional y, a la vez, siempre me he considerado bastante racional incluso en los momentos más complicados. Tú tienes que ser capaz de encontrar estímulos, que son al final emociones que, en lugar de hundirte, lo que te hagan sea impulsarte. Esto va con la personalidad de cada uno. Puedes trabajarlo, como todo en la vida, pero se nota, en las miradas, en las sonrisas… en la forma de ser, del día a día, en cómo tratas a todo el mundo. Yo soy muy de estímulos, que es lo que me lleva a superar incluso el límite que, a priori, podría tener. Luego, la razón es la que te lleva a ser frío, a tomar las decisiones valorándolas antes hasta estando en caliente. Y esto es algo que se aprende de niño a base de equivocarte.
¿Qué prefieres, estar con la persona que quieres o lograr un objetivo? ¿Cuál sería el objetivo último, final?
Es obvio que siendo yo tan de impulsos sería incapaz de disfrutar de un objetivo solo porque para perseguirlos al final te acabas rodeando de las personas con las que quieres estar. Yo sé que sólo voy a disfrutar estando rodeado de gente que quiero, porque son el motor que me hace seguir hacia delante. Para mí sería imposible anteponer un objetivo a una persona. Prácticamente, y esto es bastante “profundo”, no antepondría ni siquiera un objetivo a mí mismo, que esto en ocasiones ocurre.
¿Cómo consideras a la gente que cae y no se levanta como tú? ¿Siempre te puedes levantar con voluntad?
Creo que hasta las personas que puedan parecer más frágiles, tienen un valor enorme. Se puede hasta tener miedo al propio miedo, y sacar algo bueno. Porque si nos atrevemos a irnos incluso al suicidio, yo es algo por lo que, entrecomillas, siento mucha admiración, porque hay que ser también muy valiente para tomar una decisión así. Y sé que “en la noche más oscura va a acabar saliendo el sol”, esto no es mi mantra pero apareció en mi vida por un amigo al que tuvimos que sacarle no ya del pozo, sino del propio Infierno.
El atletismo puede llegar a ser muy individual. ¿Realmente necesitamos a los demás? ¿O se puede llegar a vivir únicamente del amor propio?
El atletismo, tal y como yo lo he conocido a lo largo de mi vida, ha sido algo compartido. No veo en él algo que te obligue solamente a pensar en ti. De hecho, cuando veo personas que solamente piensan en sí mismas, no diré que siento lástima, pero sí me entra una sensación de tristeza porque se están perdiendo su vida deportiva. Es su triste existencia.
¿Crees que es necesario reflejar un mínimo grado de sensibilidad para hablar de la realidad o de uno mismo? ¿Para hablar del deporte?
En efecto, una vez más, mi manera de exteriorizar cada emoción en el deporte con gestos, empatía, sensibilidad, deja ver mi manera de percibir la vida y hace que sea una persona muy transparente. En ocasiones, por demás, no en el sentido de saturar porque tengo una capacidad social muy alta, pero sí que puedo llegar a ser demasiado sincero. Me costaría esconder las cartas, aunque creo que podría hacerlo, porque me he criado en Canillejas y sé de qué va el juego, pero me cuesta mucho mantener emociones guardadas dentro.
¿Hasta qué punto es bueno que un deportista controle o anule sus emociones para que no le perjudiquen en su rendimiento?
Todo lo que se bloquea es algo malo. Cada emoción de cada momento es energía, un puro estímulo, hasta el más nocivo es maravilloso si sabes canalizarlo, darle forma y utilizarlo. Como mi miedo, el que experimenté hace años. Hay que entenderlo y darle la mano, no asustarte y quedarte debajo de la cama. Yo tenía una pesadilla recurrente que volvía e influía en mi sistema nervioso. Era como el ruido marcado de un bolígrafo detrás de mi cabeza y, de pronto, llegaba un fantasma, un miedo que con una voz del más aterrador inframundo me bloqueaba con un espasmo muscular que me dejaba despierto pero dormido. E intentaba escapar de ese monstruo, pero no podía. Poco a poco, me empezó a acompañar durante mucho tiempo. Y aún hoy desconozco por qué despertó ese horror, es un misterio que no he resuelto. La clave es cómo lo dominé, que fue un día en el que lo que hice fue prepararme, llamarle, que incluso estaba activándole. Y nunca más volvió, pero si quiere volver aquí estaré esperándole.
¿Sólo se tiene aquello por lo que se trabaja?
¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir? Yo creo que nos obsesionamos mucho con el final de las cosas y nos perdemos todo el proceso, que es lo bonito. Es muy duro, pero es entendible incluso cuando sufres, que tienes que poder mantenerte firme, sacar el pecho y levantar la cabeza y luego todo aparece. ¿Con trabajo? Sí, normalmente con trabajo todo se consigue, al menos avanzar. Al final, nosotros tenemos que movernos< constantemente para poder simplemente permanecer en el mismo sitio.
¿Hasta qué punto has llegado a condicionar tus decisiones para alcanzar un “éxito” deportivo y personal? ¿Tiene relación con la imagen que quieres dar?
Obviamente, tienes que condicionar muchas cosas de tu vida para poder perseguir tus metas. Una cosa es que sean condicionantes por un aspecto negativo y otra por la simple lógica del movimiento de dejarlo fluir. Yo he tenido que decir que no a muchas cosas para poder obtener otros resultados, pero siempre he tenido esa virtud de encontrar el punto medio independientemente de que yo no soy de grises, sino de blancos o de negros. Pero en aspectos más sencillos y banales soy bastante capaz de encontrar el equilibrio.
¿Crees que es importante conocerse y pasar tiempo con uno mismo? ¿Hasta qué punto te ayuda en tu carrera y en cómo te sientes?
Yo es que no soy de estar solo. Me gusta, en algunos momentos. Creo, que la gente que es capaz de hacer muchas cosas sola es maravillosa, pero… para mí no es que sea una necesidad porque cuando estoy solo también estoy bien, pero si puedo estar rodeado, si puedo empaparme de cada uno un poquito… ¿por qué quiero estar solo? Si haces las cosas de manera individual igual vas más rápido porque eliminas barreras y obstáculos, aunque también puntos de apoyo. Yo quiero llegar más lejos, no más rápido, no tengo prisa.
¿Alguna vez te has apoyado en otros para sentirte tú más en paz y a gusto con lo que haces?
Es muy fácil, obviamente me he apoyado en muchísimas personas. La gente no es consciente pero yo tengo, literalmente, un ejército detrás de gente variada y variopinta. Son personas que, cada una de ellas, ha sufrido un montón de cosas y, entre nosotros, nos doleríamos, nos haríamos daño, pero en el conjunto de mi vida todo tiene tanto sentido que hace que me pueda tumbar en un zarzal sin miedo a que me pase nada.
¿Qué es lo que más te gusta compartir? ¿Crees que vivimos para aportar y compartir?
Todo, me gusta compartir todo, porque me sale natural desde que soy niño. Cuando venían los amigos de mi hermano a casa a compartir un rato, yo me agarraba a su pierna porque no quería que se marcharan. Me acuerdo que me arrastraban por el pasillo de la escalera porque ellos se querían ir y yo ahí, agarrado cada día a la pierna de uno. Ser el hermano pequeño de un hermano tan mayor hace que desde pequeñito haya vivido cosas tan diferentes a lo que tiene que vivir un niño que me prepararon para la vida adulta de una manera bastante particular.
¿Escuchar y aprender? ¿Enseñar y expresarte? ¿Sincerarte? Cómo desde el conocimiento y la realidad podemos ayudarnos unos a otros.
El empapar a otras personas creo que es una de las virtudes que atesoro y me gusta jactarme de ella. Aunque yo no sea el salvador de nadie, sólo de perros como dice mi entrenador, yo no entendería la vida si no fuera así.
Mi frase: “la vida es perdonar y agradecer”. ¿Qué piensas y opinas al respecto?
Es curioso, porque hay muchas personas que son capaces de perdonar, desde lo más profundo del corazón, pero jamás olvidan. Yo soy de los que perdono pero, a la vez, lo que me caracteriza y más me gusta es que soy capaz de olvidar, olvidar de verdad; incluso olvido y no perdono. Digo “no le voy a perdonar”, pero lo he olvidado y ya le estoy sonriendo y tratando bien.
¿Hasta dónde llega el límite entre el disfrute en la carrera profesional y condicionarla desde un punto de vista más objetivo? Beneficios y prejuicios.
Hablando de límites, el límite de cada uno es justo donde empieza el límite del siguiente. Yo lo establecería justo ahí, en donde tus acciones pueden perjudicar al resto.