Del mismo modo que los grandes clásicos del cine, tantos de ellos en blanco y negro, pretenden ser olvidados por varias generaciones de imberbes que son incapaces de concebir algo que no esté saturado de colores y a ser posible generado por inteligencia (poca) artificial, recuperar clásicos del cómic, la mayoría de ellos con obras en espectacular blanco y negro, curiosamente, permanecen más vigentes que nunca. El reducto independiente del Noveno Arte, ajeno a la mayoría de censuras y modas, aprovecha el apogeo de su presencia cada vez más notable para sacar de los viejos armarios la artillería pesada con la que muchos de nosotros aprendimos a leer antes de saber leer. Elijas la editorial que elijas de las muchas que nos invitan mensualmente en España con sus novedades y a las que deseamos salud de hierro para muchas décadas más, todas guardan un rincón para reediciones o ediciones que nunca antes vieron la luz en castellano. Desde el Krazy Kat editado por La Cúpula a los tomos de alto tonelaje de ECC Cómics o Panini, pasando por los inabarcables integrales europeos de Norma Editorial o Dolmen, o los espectaculares tomos de Clásicos norteamericanos como Li’l Abner rescatados por Diábolo Ediciones, junto a su detallista lista de clásicos de terror de los años 50, que incluye Tales from the Crypt, Weird Science o Shock Suspenstories, la lista se hace interminable. Junto a ellos y como excusa perfecta para recordarlos a todo, Planeta Cómic ha realizado siempre una labor igual de importante con todo tipo de material consagrado a las viñetas.
Entre sus muchos títulos, hace diez años, Planeta se lanzó a la recuperación de dos cabeceras de revistas imprescindibles para entender el mundo del cómic contemporáneo y en especial el dedicado al terror: Creepy y Eerie. Inexplicablemente paradas ambas colecciones durante mucho tiempo, fue el verano de 2024 la fecha elegida para recuperar esta serie de integrales en tapa dura que abarcan en cada número varios ejemplares de ambas revistas en ediciones pulidas y revisadas para la ocasión. Con cierto guiño evidente al Guardián de la Cripta, los personajes del tío Creepy y su primo Eerie como maestros de ceremonias de ambas publicaciones, se convirtieron en cita obligada y referente de varias generaciones de lectores norteamericanos y muchos más europeos cuando la revista se exportó con igual éxito al viejo continente. La explicación es bien sencilla: muchos de los mayores autores del género debutaron en sus páginas o le dieron a esas revistas una categoría que mantiene vigentes prácticamente cada página e historia publicada entonces y recuperada ahora.
Mirando el año en que estamos, personalmente no deja de sorprenderme que ambas cabeceras fuesen creadas por Warren Publishing en la década de los años 60 del siglo pasado. Sobre todo porque la vigencia de todas esas historias recogidas a veces se mantienen vigentes, ajenas al paso del tiempo. Particularmente en lo tocante al espectacular elenco de dibujantes que poblaron aquellas páginas, todos ellos siguen dando lecciones a la mayoría de autores contemporáneos. En una y otra revistas brillaron con luz propia nombres respetados y legendarios como Steve Ditko, Alex Toth, Frank Frazetta, Gene Colan, Angelo Torres, Bernie Wrightson, Richard Corben, Paul Neary y portadistas de lujo como Ken Kelly o Sanjulián. Gracias al triunfo de la fórmula establecida en la revista Creepy por el clarividente editor Jim Warren, en 1962 y siguiendo los firmes pasos de la innovadora Creepy, éste quiso duplicar su triunfo y beneficios con una segunda y prometedora antología de terror titulada Eerie. Empleando a los mismos autores y a muchos otros, ambos nombres dejaron y establecieron un legado que aún hoy resulta sorprendente redescubrir.
Como curiosidad acerca de la edición de Creepy y Eerie en España, ambas publicaciones llegaron bajo otro nombre gracias a Iberomundial de Ediciones primero y Garbo Editorial después. En su día anunciaban que el contenido eran «relatos de terror y suspense seleccionados de Creepy«, pero la verdad es que Vampus bebió y trajo historias tanto de Creepy como de Eerie, como resulta evidente hasta en la portada.
El último y más reciente volumen de la aclamada serie editado en España por Planeta Cómic hasta la fecha es el Eerie nº 12, que recopila los números 56 a 60 de esta emblemática antología de terror, fantasía y ciencia ficción de la Editorial Warren. Con vistosa portada a cargo de Ken Kelly, iniciamos el tomo con un número 56 originalmente publicado en abril de 1974, momento en el cual comenzaron a fraguarse en la publicación nombres y personajes que perdurarían en muchos casos junto a notables autores, como es el caso de un asesino de demonios conocido como Hunter, acechando en las selvas de un futuro postapocalíptico, con guion de Bill Dubay y dibujo de Paul Neary. En este número encontramos también una joya de Richard Corben que por si solo justifica la compra de éste libro, como todo lo que realizó para estas páginas el célebre autor norteamericano. «El mago Wagstaff» es una irreverente historia de fantasía humorística a color del Corben más ácido y caricaturesco.
Misma mención merece la serie de «Aparecido», ya en el número 57, misterioso protagonista que se desliza silenciosamente por los pantanos del sur en la época previa a la Guerra Civil, con guion aquí de Doug Moench e impresionantes dibujos del gran Esteban Maroto. Ambos fueron reemplazados rápidamente en una serie con un arte excelente y, en general, buenas historias. Quizás más discretos en autores, todos estos números contienen innumerables historias realmente sangrientas y terroríficas como «¡Escondeos del Tajador!» En ellas, sus autores realizan un inteligente uso del blanco y negro recordando el peligro que supuso la censura en Estados Unidos, perseguidora de toda historieta o dibujo que pudiese perturbar la hipócrita doble moral establecida por el férreo control del Comics Code Authority, aceptado en Estados Unidos hasta finales del siglo XX.
En el número 57 destaca, en su sección a todo color, restaurada para esta edición por el autor José Villarubia, el relato «Niño», con retorcido guión de Greg Potter y de nuevo el magnífico trazo único de Richard Corben en una historia donde contemplamos una especie de monstruo de Frankenstein en forma de niño. Y, apenas sin darnos cuenta, llegamos al número 58, donde sobresale la espectacular portada del artista español Sanjulián, que es la portada también para este tomo integral. Sanjulián es un nombre mayúsculo conocido a nivel mundial, aunque quizás no tan celebrado como debería en su propio país, sobre todo si tenemos en cuenta que, estando a la altura gráfica de Frazetta, su producción artística supera con creces a la del autor norteamericano.
En este número 58 Esteban Maroto nos deslumbra visualmente con nueva serie: «El Exterminador», con historia de Bill Dubay, mientras que del dibujo de «El Aparecido» en este caso se encargará Leopold Sánchez. Pero si hay un autor completo que sobresale por encima de todas las demás en este caso, con la mejor historia y el mejor arte, hay que inclinarse respetuosamente hacia Berni Wrightson en la cima de su forma con «El monstruo de Pepper Lake». Sin exagerar y habiendo leído esta misma historia en alguna compilación dedicada enteramente al genio de Wrightson, de verdad hay viñetas en este relato que se te quedan grabadas para siempre en la retina con su pureza en el juego de blanco y negro. Por si fuera poco, Richard Corben firma en este número nuevas peripecias de «Niño» con un dominio técnico sobre dibujo y color igualmente insuperables.
Y después de tantas páginas en las que cada recuadro y viñeta merecen la pena incluso más de lo que imaginabas sabiendo la presencia de tanto autor sobresaliente, el número 60 es más que un broche de oro para un Eerie especialmente deslumbrante, sobrecogedor y repleto de sorpresas y buenos momentos de lectura. Añadiendo nombres populares a un número que vio la luz en septiembre de 1974, «¡La noche del cafre!», cuento ilustrado que abre el número, lo hace iluminado por el buen hacer del autor José Ortiz en modo superlativo. La idea de Bruce Bezaire, muy adelantada a su tiempo y trasladada de modo soberbio por Ortiz, habría sido una gran película en manos de alguien como David Cronenberg. Le sigue nada menos que Berni Wrightson con «Anochecer», quien realizó expresamente para este número una pintura que, si bien la portada de Ken Kelly es tan espectacular como habitualmente, la obra de Wrightson, que acabó como modesta contraportada, es aún más espectacular si cabe.
Sin tiempo apenas de recuperarnos, Bill Dubay al guion y Paul Neary al dibujo nos trasladan a un cuento donde se mezclan ciencia ficción, terror y un rebuscado homenaje a Little Nemo. Y después llega una doble sección de viñetas a todo color con un nuevo episodio del «Niño» dibujado por Richard Corben que marca un punto de inflexión en la serie y seguido por un sorprendente «Los perseguidores», donde tinta y color vienen de la mano de un veterano legendario como Wally Wood en un inolvidable romance interplanetario.
El volumen 12 de los archivos de Eerie se completa con los imprescindibles correos de los lectores, las portadas y contraportadas originales y, si volvemos al principio, entenderemos mejor leídas todas las historias el prólogo del invitado a este número, el guionista y frecuente colaborador de Warren, Buddy Saunders, escribe un nuevo prólogo donde se muestra particularmente agradecido al legado de las publicaciones de Warren: «los cómics han sido una parte maravillosa de mi vida desde que los descubrí por primera vez en 1960. Aquellos primeros años fueron mis años del «sentido de la maravilla», y aprecio cada recuerdo. La familia de revistas Warren, no solo Creepy, Eerie y Vampirella, sino también Spacemen y Screen Thrills; formaba parte de un todo. Que consiguiera escribir para aquellas grandes revistas fue simplemente la guinda del pastel».
Sin duda este es uno de los mejores números de Eerie desde los días de gloria del recordado Archie Goodwin (el redactor jefe y editor tanto de Creepy como de Eerie entre 1964 y 1967) que puedes disfrutar de modo independiente al resto de volúmenes aunque te dejará con seguridad con ganas de hacerte con toda la impecable colección recuperada por Planeta Cómic.