Mientras llueven superhéroes y el manga sigue colocando títulos entre los libros de ficción más leídos y vendidos en más de medio mundo, hay muchas otras viñetas, muchos más mensajes. Creo que con poco que te pasees por los recovecos de este rincón virtual y repases lo que te recomendamos siempre que las horas del día nos dejan, te darás cuenta que aquí tienen su hogar todo tipo de géneros, estilos de dibujo, autoras y autores. La filosofía de LH como revista y ahora como portal de encuentro, siempre ha sido la misma curiosidad que lleva a un niño a aprender: la importancia del descubrimiento. Somos mortales y por tanto falibles y débiles. Como todo aficionado al mundo del cómic, tenemos nuestras debilidades y fidelidades. Pero, como con la música, si algo nos llega y quizás no lo conoce tanta gente como a muchos nos gustaría, tratamos de darle un espacio. Si tantas palabras sirven para que alguien descubra una obra que merece ser difundida, conocida y, sobre todo, leída y disfrutada, seguiremos insistiendo. Y hoy lo hacemos con especial respeto porque nuestra recomendación de hoy, Cuerpecito, es la obra cumbre de un Tuono Pettinato, autor de cómic italiano que, defendiendo “el derecho a la ociosidad”, nunca dejó de dibujar hasta que su prematura muerte en 2021, con apenas 45 años, acongojó al mundo de las viñetas en Italia . En ese trágico día, Ratigher, dibujante y director del equipo Coconino, que reeditó este libro en Italia diez años después de su publicación original, afirmó emocionado: “Tuono Pettinato ya nació clásico, imagínate ahora que se ha ido”.
Cuerpecito es la historia de otra muerte. Bueno, en realidad es la crónica de un crimen atroz, uno de los peores a los que podemos enfrentarnos: el asesinato de un niño. Sin anestesia, Tuono Pettinato nos lanza desde las primeras páginas a un suceso que, recreado en nuestros días, se convierte en un inmediato circo mediático que el autor escenifica y retrata mordazmente tal cual sabemos que, en el mundo real, ha ocurrido en más de una ocasión. En el centro de esta historia que, de anecdótica pasa a ser evento de discusión nacional, se encuentra el periodista Gianni Martinelli, un idealista que todavía cree que lo más importante sería resolver el enigma de la muerte del pequeño Marcellino Diotisalvi y respetuosamente señalar a un culpable y dejar descansar en paz el recuerdo del niño y a su familia. Sólo que lo que encuentra, afronta y tendrá que aceptar es que, para los medios de comunicación actuales, cualquier tragedia, por grande o pequeña que sea, el único objetivo es retorcerla hasta el punto de ser el medio más visto, el más visitado, el más leído… Seguro que podrías ponerle nombre y apellidos a mil sucesos semejantes y reales en los que esa profesión perdida en la carroña ha creado espectáculos denigrantes. Enmarcado en el dibujo de por si satírico y caricaturesco habitual de Tuono Pettinato, la búsqueda de la verdad se convierte en Cuerpecito en un desfile por el peor museo de los horrores mediáticos.
“Durante mucho tiempo -aclaraba Tuono Pettinato durante la promoción de Cuerpecito en Italia, editado originalmente en 2013-. me había intrigado el fenómeno del “turismo de terror”, esas hordas de gente común que va a las escenas del crimen, impulsada por el aburrimiento o la esperanza de terminar en la televisión. Así que empecé a buscar ensayos y textos críticos sobre el tema, sin encontrar básicamente nada: muchos libros centrados en la figura del asesino, muy poco en los espectadores de los hechos criminales. Sorprendentemente, encontré en los textos de René Girard, el antropólogo francés que centró todo su trabajo en el tema del chivo expiatorio, una clave útil para entender el fenómeno del circo mediático y los “turistas de terror”. Algunas de mis historias de cómic nacen de esta necesidad: enfrentarme a un fenómeno que suelo vivir de forma pasiva a través del bombardeo mediático (y que a menudo me provoca una mezcla de obsesión y repulsión), e intentar desmontarlo para entender su significado, y averiguar por qué me tiene tan atrapado. Es un tipo de cómic que para mí tiene un papel de defensa mental de la basura cultural que nos llueve a diario, y me parece que es la forma de cómic más estimulante de hacer, la que más que otras da sentido a mis dibujos”.
El honesto reportero de sucesos Gianni Martinelli es testigo durante su búsqueda auténtica del culpable de la denigrante feria mediática que las miserias televisivas organizan alrededor del crimen del niño, buscando únicamente lucrarse del mismo modo que todo aquel que cae cerca de una cámara busca hacerse famoso aunque sea por diez segundos. “Necesitaba un personaje idealista y bastante ingenuo que nos guiara a través de la historia -aclaraba el autor respecto al personaje a través del que vemos avanzar la investigación-, movido por las mejores intenciones y lidiando constantemente con las situaciones más monstruosas y horrendas. Martinelli es el punto de vista desde el que el lector observa la historia: el único individuo sano en un mundo de locos y al mismo tiempo, quizás, también el último en comprender el horror en el que se está metiendo”.
En una tremenda lucha quijotesca contra los gigantes que ostentan el poder de la prensa, Martinelli recurre a su mentor, el profesor Giraldi, un sabio criminólogo. “Renato Giraldi es la versión italianizada de René Girard -explicó en su día Tuono Pettinato-, cuyas principales teorías expone en tres momentos distintos de la historia. René Girard interpreta el deseo mimético y el chivo expiatorio como motores de la civilización desde los albores de los tiempos: dentro de la comunidad, todos los individuos estamos en constante tensión entre sí, porque todos crecemos imitando a los demás y, en consecuencia, aspiramos a los mismos objetivos y deseamos las mismas cosas. Pero no hay suficientes de estos objetos de deseo para todos, por lo que los individuos compiten entre sí, generando una tensión que debe ser desactivada antes de que la comunidad pierda su cohesión. Encontrar un chivo expiatorio en torno al cual aglutinarse y culpar a todos, encontrarlo y matarlo, es la mejor manera de fortalecer los lazos sociales, al menos hasta la próxima crisis“.
Y mientras el lado cuerdo de la historia en el personaje de Gianni Martinelli va perdiendo batalla tras batalla contra sus propios jefes, quienes tan solo quieren la misma carnaza que están vendiendo los demás medios, el reportero acepta el juego sucio pero no se rinde y nos lleva de sospechoso en sospechoso mientras asistimos a un despliegue quizás exagerado pero, vistas tantas tragedias televisadas día tras día, completamente creíble. “Probablemente he exagerado algunos aspectos y subestimado otros -apuntaba Tuono Pettinato al respecto de los medios a los que retrata-. Mi intención inicial era poner en la historia todo lo peor que la realidad tenía para ofrecer sobre este fenómeno, pero en poco tiempo me di cuenta de que eso era imposible, y que la realidad siempre sabe más que el diablo. Así que decidí pisar lo absurdo y lo grotesco, sin dejar de estar profundamente vinculado a la realidad de este fenómeno. Los titulares que se desplazan a pie de página en una cinta fucsia de los flashes de las agencias, por surrealistas que sean, se podría pensar que podrían encajar fácilmente en un verdadero resumen de noticias al estilo de Sky24“.
Como el mejor reality verídico, Cuerpecito nos arrastra página tras página a caballo entre el más difícil todavía de la denigración periodística y el intento de una sola persona de mantenerse cuerda y objetiva sin perder de vista lo que todos los demás parecen haber olvidado en cuanto se abrieron las puertas del circo de la audiencia: una vez asesinado, el pequeño Marcelino abandona inmediatamente la escena y lo que ha quedado de él es la versión idealizada y falsa de la que hacen alarde reporteros y comentaristas. Editada en cartoné partir de la reedición italiana, la edición de Dibbuks de Cuerpecito incluye un muy aclaratorio prólogo escrito por Silvana Ghersetti, fundadora de la editorial GRRRzetic que publicó originalmente la obra de Tuono. Un tributo realmente digno a la capacidad crítica y a la vez constructiva de este peculiar autor que resumía la elección del tema central de Cuerpecito con una interesante reflexión final: “Alguien tiene que hablar de crímenes. Si pensamos en cómo nos los cuenta la información, van desde los que tratan el tema con seriedad, sensibilidad y responsabilidad, hasta los que lo convierten en un espectáculo de entretenimiento. Marcar la línea entre la búsqueda de la verdad y la explotación emocional no siempre es fácil. Creo que tratar de abordar un hecho desde un punto de vista radicalmente diferente al habitual es un buen punto de partida para hacer un buen trabajo de análisis de lo que nos rodea”.
SOBRE EL AUTOR
TUONO PETTINATO
Nombre artístico de Andrea Paggiaro (1975-2021), fue uno de los dibujantes más importantes de su generación. Prolífico y polifacético, realizó cuentos, tiras cómicas, dibujos animados, ilustraciones y novelas gráficas. Colaborador de XL, Animals, Linus y Fumettologica. En 2009, recibió el premio Nuove Strade en la Napoli Comicon y, en 2014, el premio al mejor autor individual en la Lucca Comics & Games. Entre sus obras destacan las biografías dedicadas a científicos e inventores, como Enigma. La extraña vida de Alan Turing. Cuerpecito fue publicado originalmente en 2013.Autodidacta, después de la importante formación en el colectivo Superamici (con Dottor Pira, Maicol & Mirco, Ratigher y LRNZ) pronto se estableció con su estilo ingenioso y original. Defensor acérrimo del derecho a la ociosidad fue, sin embargo, un autor especialmente prolífico: además de hacer novelas gráficas, colabora con revistas, escribe guiones, tiene una intensa actividad como ilustrador y enseñó cómics humorísticos en la Academia de Bellas Artes de Bolonia. Desconectado y muy culto a la vez -su nombre artístico está robado de la Biblioteca de Babel de Borges-, fascinado a partes iguales por el rock, la literatura y el cine extremos como por la televisión basura, hace gala de una ironía mordaz y superfina. En su memoria se estableció un premio para fomentar la lectura de cómics y, por voluntad de sus padres, nació la Fundación Tuono Pettinato.