Foto y artículo por : Tania Victoria
En un cálido encuentro con el público en Madrid, Joaquín Cosío compartió detalles de su trayectoria como actor y su faceta como poeta.
Nacido en Tepic, Nayarit, sus primeros pasos en el mundo artístico estuvieron marcados por su estancia en Ciudad Juárez, una zona árida y fronteriza de México. Fue allí donde participó en un festival en El Paso, Texas, dedicado al teatro español del Siglo de Oro. Esta experiencia resultó enriquecedora, permitiéndole compartir escenario con actores de distintas partes del mundo.
En aquel entonces, la actuación era solo un pasatiempo. Cosío ejercía como profesor de Comunicación en la universidad, pero a los 30 años se le presentó una oportunidad decisiva: un papel en una obra dirigida por el maestro Luis de Tavira, quien buscaba actores con acento norteño. Tras aquella primera experiencia en la capital, surgieron nuevas oportunidades teatrales. Siguiendo su intuición y convencido de que algo estaba por cambiar en su vida, decidió dejar la docencia y establecerse definitivamente en la Ciudad de México.
“Las oportunidades son obra del azar, un cruce perfecto de caminos, de estar en el lugar y el momento correctos, pero debemos estar preparados para tomarlas”, comentó Cosío con su característico humor y espontaneidad.
Desde el inicio del encuentro, el actor logró generar una conexión cercana con el público, que se mantuvo hasta el final, cuando se despidió entre selfies y autógrafos.
Su llegada al cine siguió un patrón similar: le ofrecieron tres proyectos simultáneamente y eligió aquel cuyo guion le resultó más interesante, confiando siempre en su intuición y principios, sin temor a las críticas. Para él, la diversión es clave en su oficio:
“Yo no estaría en este negocio si no me divirtiera”, afirmó con convicción.
Cada decisión define el rumbo de una carrera, y la suya no ha sido la excepción. Cuando le preguntaron sobre la manera en que se hace cine en México, respondió sin titubear:
“En México se hace cine a contracorriente”, destacando las diferencias con las producciones internacionales en las que ha participado.
También compartió su opinión sobre el reciente cortometraje Emilia Pérez:
“Es una película entretenida, es ficción, y cada director tiene derecho a su propia interpretación”.
Con más de 55 proyectos en su trayectoria, Joaquín Cosío también dejó ver su faceta como escritor.
“La escritura es reproducir esos instantes”, comentó antes de leer algunos versos de su libro Bala por mí el cordero que me olvida (2010).
Para él, escribir es una forma de reinterpretar la vida, de capturar emociones y momentos efímeros. Así, en la intimidad de su voz, hizo partícipe al público de su poesía:
Vuelo del colibrí
III
en esta tu visión azul dorada
sueltan los días gozosos parpadeos
la lluvia se detiene por los golpes del aire
y esta pequeña voz este pequeño tributario se imagina
se escribe
y te dibuja