Algunas de las historias más recordadas empiezan por una tragedia. Y quienes la sufren pasan a ser el centro de nuestra atención incondicionalmente a partir de ese momento. El Acuanauta comienza dejándonos sin respiración. A bordo de un buque oceanográfico de investigación, asistimos a al detalle a su trágico naufragio. Y ese secreto, desvelado apenas en las primeras páginas de El Acuanauta nos revela en este caso el principio de un cómic excepcional que podemos disfrutar gracias a la certera puntería una vez más de la editorial Astronave. Recomendada su lectura a partir de los 9 años, Dan Santat nos demuestra en realidad que esta pequeña e intensa novela gráfica es ideal, como toda historia que merece la pena, para que todas las edades disfruten de sus mil y un mensajes constructivos: desde la conciencia verdaderamente ecológica a concienciarnos de la importancia de aprovechar cada momento con nuestros seres queridos y la importancia de la amistad y la familia.
Del naufragio nos queda el último mensaje que trató de transmitir el capitán del barco hundido a quien encontramos en las siguientes páginas del libro: Sophia, su hija. Huérfana por el amor incondicional de su padre al mar, Sophia convive en casa de su tío, aunque su vida no es precisamente un ejemplo de orden y eficacia. De hecho, cuando la encontramos, está a punto de suspender la clase de ciencias y solo un buen proyecto o un milagro pueden salvarla. El problema es que su tío bastante tiene lidiando con Aqualand, una reserva dedicada al estudio y la preservación de la vida marina cuya supervivencia está amenazada y es que su socio capitalista le exige convertir el centro de investigación en una especie de parque de atracciones con espectáculos abiertos al público donde los animales son peor tratados que en un acuario de pueblo.
Por suerte para todos, incluido el lector/a de El Acuanauta, es ahí donde entran en juego un peculiar trío de animales marinos que forman, unidos, el personaje que da título a este cómic. Imagina por un momento a un cangrejo ermitaño que por concha usa una lata tirada al mar, de ahí que su nombre sea Gaseosa; una pequeña tortuga lora llamada Jobim que ejerce de oficial de navegación del grupo y dos pulpos: Carlos, que hace las veces de ingeniero y Antonio, diminuto pulpo manta macho, muchísimo más pequeño que las hembras de su especie y muy poco frecuente de encontrar. Juntos y tras el encuentro de Gaseosa con el padre de Sophia, construyen un asombroso mecanismo con apariencia de las viejas escafandras que popularizó el capitán Cousteau. Con semejante armatoste, estos simpáticos animales del todo inteligentes pueden viajar fuera del fondo marino, a lo que ellos llaman «el espacio», dado que no hay agua alrededor. Y todo con el objetivo de encontrar esa misma Aqualand en la que piensan que podrán descansar de los peligros que les acechan en el mar al ser la parte más débil al final de la cadena alimenticia de los fondos oceánicos.
«Cuando le propuse a mi editora publicar El Acuanauta -explica el autor como introducción al epílogo en el que se incluyen bocetos de los personajes al final del libro-, la premisa era sencilla: unas criaturas marinas que convierten un antiguo traje de buzo en un artefacto que camina en tierra firme y lo utilizan para encontrar un lugar en el que escapar de todos los peligros del mar. Pero, a medida que fue evolucionando la historia la trama se volvió más profunda. El Acuanauta se convirtió en una historia sobre la pérdida, la protección de un legado, la familia y el aferrarse a los recuerdos. Diez años después, mientras terminaba las últimas partes de este libro, mi propio padre perdió la batalla contra el cáncer de hígado. De pronto, vi que sentía lo mismo que experimentaban todos los personajes de la historia, y el proyecto se hizo aún más personal».
El resultado no podía resultar más redondo. Dan Santat, verdadero mago de las palabras y dibujos pensados para niños, ganador de infinidad de premios es, sobre todo, escritor de más de cien títulos donde ha explorado lo que nos une a niños y adultos para no perder nunca la mejor manera de afrontar todo lo bueno pero también lo malo que supone estar vivos. De hecho El Acuanauta es una gran aventura dibujada donde a cada página ocurren maravillas, pero como hemos contado desde el principio, también es un libro que nos hace pensar en el duelo por seres queridos desaparecidos y que nos hace apreciar la importancia de la amistad y la familia que forman desde ahí las personas con las que compartimos nuestras tragedias diarias y cotidianas. Sin duda una joya de libro con valores sobre los que merece la pena reflexionar o compartirlos si tienes la suerte de tener hijos, sobrinos o nietos cerca.
SOBRE EL AUTOR
DAN SANTAT
Dan Santat es un autor/ilustrador habitual número uno en ventas del New York Times y ha escrito más de cien títulos, entre los que se incluyen Las aventuras de Beekle: el amigo inimaginable, que ganó la prestigiosa medalla Randolph Caldecott en 2015. Otros títulos incluyen ¿Ya llegamos? y Después de la caída (Cómo Humpty Dumpty se levantó de nuevo). También es el creador del éxito animado de Disney, Los sustitutos. Sus ilustraciones también aparecen en numerosos libros ilustrados, libros de capítulos y novelas para jóvenes de entre 12 y 18 años, incluida la serie Ricky Ricotta de Dav Pilkey. Dan vive en el sur de California con su esposa, dos hijos y varias mascotas.