Anunciada la edición de este anhelado integral hace ya algunos meses por Norma Editorial, es cierto que la importante y larga lista de seguidores de Blake y Mortimer llevaba tiempo muy impaciente. Pero las cosas bien hechas realmente merecen su tiempo y, ya con el enorme tomo que reúne las cinco primeras historias reunidas, no habrá nadie que no confirme que la espera ha merecido verdaderamente la pena. Además, como bien recordábamos hace poco en esta misma sección, Norma nos ofreció un aperitivo de lujo acercándose indirectamente a los personajes con la edición de Edgar P. Jacobs. El soñador de apocalipsis de François Rivière y Philippe Wurm, esa respetuosa biografía en viñetas tan intensa, entretenida y reveladora que ha servido para hacernos desear más leer todos los títulos de Blake y Mortimer, pero también, por otro lado, hacerlo habiendo conocido a su creador tantos años después de su ausencia.

EL INTEGRAL SOÑADO, AL FÍN
Este primer integral de los siete que Norma anuncia compondrán la colección –incluyendo los álbumes de los autores que tomaron el testigo de Jacobs–, recoge uno de los arcos más populares de los personajes: El secreto del Espadón en las tres entregas en que fue editado como álbumes y El misterio de la gran pirámide, dividido en dos partes. Y, como habían anunciado, a las viñetas de Jacobs las precede un impresionante dossier de 20 páginas firmado nada menos que por Antonio Altarriba, aclamado y premiado guionista, teórico y estudioso del cómic, que nos habla en su artículo «Una ópera de papel» largo y tendido sobre todo de los inicios de la serie y de los arcos argumentales incluidos en este libro. Por su parte, el otro invitado, Jorge García, guionista y crítico de historieta, firma «Edgar P. Jacobs: los años formativos», ofreciendo una ordenada y elaborada visión de los dos primeros ciclos de la serie, en los que asistimos ya de hecho a una gran transformación. Como bien recalca Jorge García: «deja atrás los titubeos propios de todo debutante para convertirse en uno de los maestros de la historieta europea del siglo XX».

El dossier está profusamente iluminado por infinidad de bocetos y dibujos, estudios de personajes y algunas páginas en su esencia básica, es decir, realizadas tan sólo a lápiz y ante las que resulta asombroso el dominio absoluto de la narrativa visual de Jacobs en la que fueron sus primeras obras. Verdaderamente no se puede empezar de mejor manera. Si añadimos a eso además que semejante contenido viene «envuelto» en formato de verdadero lujo y con el cuidado que Norma suele aportar a sus integrales, podemos al fin afrontar la dulce tarea de saborear 316 páginas en un formato espectacular de 31,5 x 24 cm., presentado en tapa dura y con remate de tela roja en el lomo y con un papel que otorga a las páginas una calidad y nitidez interior que, incluso habiendo leído una y otra vez las peripecias de Blake y Mortimer, las planchas se nos presentan como si fuese la primera vez que saltamos a la aventura siguiendo a estos míticos personajes del cómic franco-belga.

EL ORÍGEN DE LA AVENTURA
A veces las vueltas de la vida no son sino el camino más largo al destino inevitable. Edgar Pierre Jacobs siempre sintió especial pasión por el dibujo y la música. Pero su sueño siempre fue ser cantante de ópera y, alternando con pequeños trabajos de publicidad, llegó a firmar contratos artísticos como barítono, llegando a actuar en París e incluso logrando premios de canto. Pero la suerte le tenia otro camino reservado a Jacobs y, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, terminó su carrera en la música. Fue entonces cuando, retomando el diseño publicitario realizando todo tipo de catálogos y anuncios, llegó a los tableros de dibujo gracias a su talento natural, que por suerte otros vieron antes que él. En 1941 ingresó en la publicación Bravo y, después de realizar ilustraciones para cuentos y novelas, en 1942 se le encomendó continuar nada menos que Flash Gordon, la mítica saga espacial norteamericana dibujada por Alex Raymond que dejó de llegar a Bélgica a causa de la guerra. La suerte quiso que su tarea de copista imitador no durase ya que los censores alemanes prohibieron la serie. Fue entonces cuando Jacobs se lanzó al desarrollo de las entregas del relato de ciencia ficción que formarían El Rayo U en 1943.
Es en esa época cuando conoce a Hergé quien, asombrado de verdad por la técnica de Jacobs, le confía, a partir de 1944, el coloreado y fondos de ábumes tan universales como Tintín en el Congo, Tintín en América, El cetro de Ottokar y El loto azul. También trabaja en el Tesoro de Rackham el Rojo, Las Siete Bolas de Cristal y el Templo del Sol. Esta colaboración unió a ambos artistas en una amistad profunda (aunque también rival) que mantuvieron a lo largo de las carreras de ambos. En septiembre de 1946, Hergé invitó a Jacobs a participar en la publicación periódica Tintín. En ese número 1 ahora buscado como un tesoro, apareció la primera página de El secreto del Espadón, iniciándose así la aventura de nuestros tres nuevos personajes ya inmortales: el capitán Francis Percy Blake, agente del MI5, galés rubio y flemático (inspirado en su gran amigo Jacques Laudy); su buen amigo, el profesor Philip Edgar Angus Mortimer, un fogoso pelirrojo barbudo (nacido en la India), especialista en física nuclear y biología molecular (inspirado en su otro gran amigo Jacques Van Melkebeke) y la nemésis de ambos: Olrik, coronel y gánster con monóculo e incombustible príncipe del mal inspirado en el propio Jacobs.

El secreto del Espadón, que vio la luz entre 1946 y 1950 (en 1950 aparecería en formato de álbum gracias a Les Éditions du Lombard), Jacobs arriesgó bastante con el tema elegido, como recuerdan en el prólogo Antonio Altarriba y Jorge García ya que, con la Segunda Guerra Mundial todavía en la retina y las cicatrices de toda Europa apenas curándose antes de iniciarse la Guerra Fría, el autor belga nos traslada a un mundo en el que de nuevo, una terrible amenaza venida de Oriente ha puesto en jaque a las principales potencias mundiales. El autoproclamado Emperador Basam-Dandu, ayudado por la codicia y maestría del coronel Olrik, pretende gobernar el mundo y la única esperanza de la humanidad recae sobre las espaldas de Blake y Mortimer, una pareja de aventureros dispuestos a arriesgarlo todo por salvar la civilización, en especial gracias al último invento de Mortimer: el misterioso Espadón. Persecución fantástica, el primero de los tres álbumes que forman la trilogía de El secreto del Espadón, es un acelerado escenario de acción y aventuras al límite en estado puro que además «acaba» al más puro estilo folletinesco: dejándonos con la miel en los labios en el mejor momento. Hoy en día tenemos mucha suerte de disfrutar directamente de álbumes, en muchos casos auto conclusivos, e imaginarse a todos aquellos compradores compulsivos de todas las edades que esperaban ansiosos la salida del siguiente número de la revista, hace pensar en tiempos en los que hasta pequeños detalles como el ocio resultaban mucho más emocionantes.

La evasión de Mortimer, segundo tomo de la trilogía de El secreto del Espadón, incide e insiste, como apunta Jorge García en su artículo en elementos que constituirán la estructura y estilo de la obra de Jacobs: “la profusión de textos, la monumentalidad de algunos encuadres, la audacia de los diseños ingenieriles, el hieratismo de los personajes, el exotismo de los escenarios”. También resulta evidente que la mezcla entre imitar a Alex Raymond y dejarse influir por el estilo ya afianzado de Hergé, se encaminaba poco a poco a un estilo propio y único, añadiendo a otro maestro para todos esos cómics europeos que se vanaglorian de su «línea clara». Prueba de ello es SX-1 contraataca, el tercer tomo de El secreto del Espadón, donde Jacobs se permite la original licencia de iniciar la aventura con seis viñetas consecutivas a toda página, usando sus habituales recuadros explicativos al más puro estilo del Príncipe Valiente de Harold Foster. Obviamente cada vez más confiado y hábil, repetirá en este capítulo páginas de una sola viñeta de una audacia gráfica tremenda, tanta como la que compone las impresionantes escenas de acción que concluyen este primer ciclo de Blake y Mortimer.

Que Blake y Mortimer funcionaban le quedó claro incluso al propio Jacobs, a veces inseguro o demasiado perfeccionista con su trabajo. De modo que cuando en 1947 dejó de lado su colaboración con Hergé, pudo dedicarse casi exclusivamente a su propia serie o, lo que es lo mismo, a hacer de las aventuras de Blake y Mortimer lo que ha llegado a nuestros días. Una de las apreciaciones más interesantes (de muchas) de Antonio Altarriba en su prólogo a este integral, es cuando destaca como, a diferencia de tantas otras parejas de aventureros en el cómic, Blake y Mortimer no dependen para nada el uno del otro, sino que juntos son capaces de afrontar todo reto que el azar les ponga delante: “nos encontramos ante una pareja poco habitual en el género aventurero, un soldado inteligente y un sabio valiente, ambos de la misma edad. Blake puede así salir airoso de difíciles enigmas deductivos y Mortimer no se arredra a la hora de coger un arma y hacer frente a docenas de enemigos. Se trata de dos hombres adultos, en plenas facultades físicas y mentales, polifacéticos y capaces de asumir distintos roles. No hay relaciones de supeditación entre ambos ni tampoco experimentan la necesidad de avanzar siempre juntos en la aventura”. Quizás esa sea una de las razones por las que estos dos personajes inolvidables reflejaban mucho mejor que otros la sensibilidad de la posguerra europea, sin dejar de lado una fortaleza en el mundo de ficción que ya les había hecho detener una Tercera Guerra Mundial.

Lo siguiente llega en 1950: las dos partes del apasionante El misterio de la gran pirámide, reflejo indudable de la pasión de media Europa por la egiptología y pasión declarada de Edgar P. Jacobs por un tema para el que se empleó a fondo en esta nueva aventura. Uno de los rasgos especialmente únicos de Jacobs fue siempre su cuidado en la elaboración de todo lo que dibujaba, tanto personajes como fondos, paisajes, vehículos. De ahí que, apenas abrimos la primera parte de este segundo ciclo, El papiro de Manetón, Jacobs se deleita en dos páginas que parecen sacadas de un libro de texto sobre las pirámides y el país de los faraones. Lo que encontramos a continuación es un exótico viaje donde la presencia de momias, ladrones de tumbas, pasadizos secretos y todo tópico imaginable sobre Egipto, se hacen viñetas al servicio de una inteligente trama que nos mantiene pegados a las páginas de principio a fin. La tonalidad del desierto invade unos dibujos que nos hacen pensar, inevitablemente en Los cigarros del faraón, la aventura de Tintín, tanto como la forma de retratar al país árabe de esa época que, en su momento, realizó igual de efectiva la prosa de Agatha Christie.

Llama la atención que, consiguiendo entrega a entrega un puesto cada vez más destacado entre los grandes de la ilustración en Bélgica, la realización de El misterio de la Gran Pirámide tuvo que rebasar algunos obstáculos. Como nos recuerda Jorge García en su artículo introductorio al integral, «Jacobs tendía a la depresión, mostrándose muy sensible exenta a los trastornos que jalonaron su existencia como la muerte de sus padres, la separación de Ninie (por entonces ya un hecho), la detención de su amigo Melkebeke, la precaria situación económica en que se encontraba y su altísimo nivel de exigencia artística. Se cree que esta inclinación depresiva fue el origen de la interrupción que sufrió la publicación de El misterio de la Gran Pirámide entre el 29 de junio y el 10 de agosto de 1950″.
Por suerte la aventura de la ficción pudo más que las preocupaciones reales y, para concluir la experiencia que supone poder leer este primer esperado integral de Blake y Mortimer, La cámara de Horus, segunda parte de El misterio de la Gran Pirámide nos conduce a un viaje mucho más esotérico y enigmático, preludio de que junto a estos aventureros, como veremos tomos más adelante, pocas cosas hay que no sean posibles… incluso los viajes en el tiempo. Sin duda leer este integral es una experiencia recomendada a todo amante del cómic europeo, tanto si conocías como sino las aventuras Blake y Mortimer. Gracias a esta oportunidad esas aventuras pueden ser ahora también las tuyas.

SOBRE EL AUTOR

EDGAR P. JACOBS
Nacido en 1904 en Bruselas, su vocación inicial fue la de cantante de ópera, pero la Segunda Guerra Mundial le forzó a cambiar de ocupación. En adelante colabora en diversas publicaciones belgas, entre ellas Bravo, para la cual realiza páginas de Flash Gordon. En el mismo semanario aparece en 1943 su primera obra propia, que lógicamente exhibe una fuerte influencia del clásico de Alex Raymond: El rayo U. Durante la misma época entabla amistad con Hergé, para quien hace de asistente en el color y dibuja los fondos de algunas de las aventuras de Tintin. En 1946, Jacobs crea la serie que lo catapultará a la celebridad y lo convertirá en uno de los líderes del cómic belga: Blake y Mortimer. Tras la primera aventura de estos personajes, El secreto del espadón, seguirían otras no menos memorables como El secreto de la Gran Pirámide, La Marca Amarilla, etcétera. Hoy día todas ellas son consideradas como clásicos del noveno arte.



