“Hammerdam”, la nueva maravilla gráfica de Enrique Fernández para todas las edades. Edita Astronave.

Descubrí a Enrique Fernández de casualidad con “La isla sin sonrisa” y desde entonces no he podido evitar seguirle la pista en todo lo que ha hecho. Visualmente me noqueó la originalidad de su estilo, nacido plenamente en el mercado franco-belga que le dio la oportunidad de darse a conocer y editar su trabajo. De hecho leí su versión de El Mago de Oz, Aurora o Los cuentos de la era de Cobra en francés, antes de que fuesen editados aquí. No podía esperar cada vez que el autor nos regalaba una nueva propuesta gráfica en el interior de historias siempre buenas, certeras, infalibles. Confié en su buen hacer participando en su crowdfunding para Brigada acertando de pleno, por supuesto. En su momento leí lo duro que fue para él hacerse cargo verdaderamente de todo en este primer crowfunding, desde crear a encontrar imprenta e incluso enviar personalmente cada ejemplar. Y sin embargo, a nivel profesional y personal debió compensarle porque posteriormente y, mientras se editaban en castellano sus obras ya publicadas en Francia, el autor repitió financiación previa con una joya como Nima, que llegó incluso a librerías y Limbo Hotel, obra aún inédita e inacabada. Por suerte la editorial de referencia Astronave nos ha sorprendido poniendo al alcance de todos y publicando la nueva obra de tan prolífico dibujante: Hammerdam. Con un diseño de personajes, lugares e historia completamente de cuento, especialmente acorde al espíritu juvenil de las obras editadas por la impecable Astronave, esta nueva aventura de Enrique Fernández nos lleva a la ciudad que da título al libro, en el que, cada cierto tiempo un martillo mágico vuelve para escoger un compañero de viaje a la búsqueda de lo que ese elegido necesitaba aún sin saberlo.

Enrique Fernández se mantiene fiel a su narrativa, ambientada en un mundo fantástico donde tienen cabida infinidad de personajes que complementan aquí a la protagonista, Melina, y son capaces de acaparar nuestra atención del mismo modo. Como explica el propio autor: “El tipo de obra con el que me siento más cómodo es el cuento de tono fantástico. Intento crear una atmósfera diferente para cada una de las obras, pero todas con el elemento común de que favorezcan la ensoñación sobre cómo es ese mundo en el que invito a entrar al lector. Que la experiencia de la lectura no se quede solamente en la historia principal, sino que el lector pueda tener recursos para imaginar más historias propias dentro de ese universo creado en el libro”.

Gráficamente Enrique Fernández recurre a un minimalismo narrativo perfecto para un cuento infantil, donde los colores y trazos sencillos ayudan a contar una historia que en realidad resulta universal, atemporal y para todas las edades. La cantidad de notables personajes secundarios de los que hablábamos es tan poderosa como inolvidable: desde la heroína imbatible Gara, acompañada de una pareja de fantasmas, al Capitán a la búsqueda del amor verdadero que se enamora de Gara; pasando por el Trol ermitaño que vive en un tónel desde el que escribe crónicas que todo el mundo quiere leer; el multiplicador con cara de lobo de nombre Wolp; la criatura Dum Dum; el mejor arquero del mundo, multiplicado por Wolp aún en más personajes. Y como némesis de todos ellos, el malvado pastelero sin nombre, capaz de secuestrar a un hada para conseguir el ingrediente secreto de sus conocidos pasteles. Semejante telar de otras historias confluyen en una sola, perfectamente tejida por la maestría intencionada del autor, que así lo explica: “cuando estoy trabajando en el guión, me encanta evadirme pensando más historias dentro de la historia principal, y eso en buena medida me ayuda a darle más peso a la obra, aunque toda esa información se quede solamente para mi. Me gustan ese tipo de frases que pueden dar a entender toda una historia anterior con apenas cuatro palabras, o meter un concepto demasiado largo de explicar enseñando solo algunos pequeños fragmentos y dejando que sea el lector el que complete los huecos a su manera”.

La experiencia de leer Hammerdam vuelve a ser tan especial como disfrutar de cualquier obra de Enrique Fernández. Obra madura en su compleja composición, si eres seguidor de su obra te sorprenderás una vez más. Pero lo mejor es que esta vez el autor nos regala un cuento que es fácil contar a gente pequeña y que, como cada uno de sus libros, encierran toda la sana sabiduría esencial de los mejores relatos: la importancia de la amistad, de trabajar en equipo. De un valor tan sencillo como el respeto se pueden construir los mejores mundos, y el de Hammerdam es, desde luego, una de las más gratas sorpresas creativas de lo que llevamos de año.

SOBRE EL AUTOR

Enrique Fernández nació en 1975 en Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Inició estudios universitarios en la facultad de Bellas Artes. No llegó a finalizarlos, pero la fascinación que despertó en él la película de dibujos animados Pocahontas le llevó a realizar en 1995 un curso de animación. Trabajó en diversas producciones en este ámbito, entre las que cabe destacar El Cid: La leyenda (2003) y Nocturna (2007), para las que contribuyó con storyboards. A partir de 2004 dibujó diversas obras para el mercado francés, como Libertadores (2004), La Mère des Victoires (2008) o El Mago de Oz (2005-2006), una adaptación de la obra homónima de L. Frank Baum realizada a partir de guiones de David Chauvel. En 2009, publicó La isla sin sonrisa, una historieta que en su edición franco-belga fue galardonada en 2010 con el Prix ActuaBD/Conseil Général des Jeunes de Charente del Festival Internacional del Cómic de Angulema. Aurora y Los cuentos de la Era de Cobra son otras de sus obras más destacadas.

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