Confieso que siempre he sido mucho más fan de Spirou que de Tintín, incluso cuando nunca ha sido fácil conseguir todas sus obras (o al menos hasta que Dibbuks dio la grandiosa noticia de que se hacían con los derechos de toda la obra del irreemplazable botones aventurero). Porque el primero pertenece a una época de la que los herederos de sus derechos no le han dejado salir, mientras que Spirou, tras su gloriosa época con Franquin también la tuvo con Fournier y después con cada nuevo y acertado autor que han sabido respetar la esencia de un personaje y su gran elenco de secundarios, hasta el extremo de superar a sus predecesores. Nunca olvidaré como José Luis Munuera recuperó mi pasión por el personaje gracias a sus modernas aportaciones al mismo, de igual modo que descubrí a un autor tan genial como Émile Bravo gracias a esa indudable obra maestra que es Diario de un ingenuo. Continuando el hallazgo creativo de Émile Bravo, Yann y Olivier Schwartz firmaron otro título antológico en la serie como fue El Botones de verde caqui, otra magistral obra de cómic francobelga del que ningún aficionado debería prescindir. Estos autores, a la búsqueda de los orígenes del personaje y de su amistad con Fantasio, nos hicieron viajar al corazón mismo de una Bélgica asolada y ocupada por los nazis, en obras donde el espíritu aventurero e inocente de Spirou se entremezcla con relatos adultos y despiadados de lo que supuso la II Guerra Mundial en la Europa teóricamente civilizada. Tal fue el filón creativo, que Émile Bravo profundizó aún más en esa parte del universo que tan magistralmente nos relató en Diario de un ingenuo, y volvió a esa Bruselas asolada por la ocupación para construir una de las sagas más impresionantes del cómic europeo de los últimos años: La esperanza pese a todo.
Con dos monumentales tomos ya editados por Dibbuks, La esperanza pese a todo es uno de los cómics de Spirou más vivos que he leído nunca. Y es que Émile Bravo, capaz de ofrecernos uno de los dibujos de línea clara más reconocibles y hermosos de la actualidad, añade una intensa historia a la que ha dedicado varios intensos años de su carrera. Decidido a contar con calma y el tiempo necesarios esta historia de Spirou y consciente de que sus obras, como pasaba en Las asombrosas aventuras de Jules, son capaces de presentarnos a personajes de los que luego nunca querríamos despedirnos, Bravo empleó los dos primeros tomos de La esperanza pese a todo, también editados por Dibbuks, para llevarnos casi en el día a día de Spirou y Fantasio en una Bélgica completamente transformada por la guerra y la presencia alemana en cada detalle cotidiano. Es curioso como, de las 88 páginas de la primera parte y las 90 de la segunda, Bravo pasa a más de 100 en este tercer tomo donde se retoman todos los personajes a los que nos ha ido presentando. Con tanta calma como pasión en contar y describirlo todo que resulta imposible no caer de pleno y profundamente a este universo realista, en que los personajes dibujados por Bravo con trazo amable lo pasan mal, pasan hambre, penurias y aprenden que la pérdida es lo más probable en una Bélgica relatada con todo lujo de detalle.
Con aire algo folletinesco para dejarnos con la miel en los labios, El segundo tomo de La esperanza pese a todo nos ha dejado nada menos que cuatro años esperando un desenlace al que aún le queda un apoteósico tomo final. A lo largo de los dos primeros tomos, en los que Spirou y Fantasio aprenden a convivir juntos en la pequeña habitación que al primero le alquila un sacerdote, Spirou convence también a Fantasio de que no marche a trabajar a Alemania y, a cambio, ambos organizan un teatro de marionetas itinerante para dar un poco de alegría a los niños que soportaban la guerra tan de cerca. Spirou conoce a Felka y Felix, una pareja de pintores judíos alemanes exiliados en Bruselas que les ayudan a crear los decorados y, logrando un éxito completo incluso en lo más crudo del frío invierno belga, nuestros protagonistas consiguen incluso un mecenas, el Señor Henri, para llevar el espectáculo por toda Bélgica, en bicicleta, en forma de teatro ambulante.
Pero lo peor llegó, al final del segundo tomo, cuando Spirou, que logra encontrar a Suzanne y Luisito, dos de los niños de su barrio a los que se habían llevado los nazis en una redada buscando judíos para acabar en un campo de prisioneros en Malinas. Spirou consigue encontrarlos, aunque al final le descubren y se ve obligado a “declararse” judío para al menos quedarse junto a los indefensos niños. Forzados a subir en un tren de prisioneros hacinados, en la última página descubríamos que el destino final del convoy no era otro que el campo de trabajo de Auschwitz… sobran las palabras. Sobre todo para explicar lo duro que ha resultado esperar tanto tiempo para poder leer esta ansiada continuación esperada por muchísimos miles de aficionados al personaje y al cómic francobelga.
En ese mismo tren al que subimos hace cuatro años, se inicia una aún más apasionante e intensa tercera parte de La esperanza pese a todo, donde la historia se complicará cada vez más, al tiempo que el cerco alemán se va cerrando sobre cualquier ciudadano y personaje belga: los colaboracionistas, los espías, la Resistencia, los infiltrados… Con un inicio de infarto, las siguientes 100 páginas nos devuelven como parte de sus vidas a las historias de Spirou y todo secundario aparecido hasta ahora: desde la portera de Spirou a los granjeros Anselme y Ernestine, pasando por Mieke, la joven que llegó a esta enamorada de Spirou aunque él se mantiene fiel al recuerdo de su amada y desaparecida Kassandra. El padre Philippe, Felka y Felix, la amada Madeleine de Fantasio…
Émile Bravo, quien también devoró en su infancia Las aventuras de Spirou y Fantasio de Franquin, reafirma con esta tercera parte el relato gigantesco y la etapa de Spirou que, por encima de tantas aventuras vividas escritas y dibujadas por tantos maestros, se convierte en uno de los pilares básicos sobre los que se apoyará ya para siempre el mito de este inolvidable personaje, a quien Bravo ha convertido en algo más al dotarle de esta historia repleta de humanidad, de humildad, de realismo, incluso de tristezas y despedidas. La esperanza pese a todo hace honor a su título en cada página, pero sobre todo es capaz de hacernos ver que en las debilidades realistas de Spirou se esconde la mayor grandeza de un personaje inmortal, todavía infinito, al que, tantas obras después, Émile Bravo aún le encontró mucho que decir desde su inocente credulidad en sus semejantes.
En impecable edición fiel a la apariencia, tamaño y calidad de los dos tomos ya editados, la tercera parte de La esperanza pese a todo, subtitulado El principio del fin, es un titulo igual de imprescindible que los capítulos que le preceden. Nuestra esperanza ahora, leído el libro, es que el anunciado cuarto tomo Un final y un nuevo principio, llegue en este caso antes de que nos pueda la desesperación de conocer el final de la saga, pendida de un hilo a punto de romperse nuevamente en el final de este tercer tomo, al que de nuevo te aconsejamos llegues leyendo completos la visión única de Spirou por Émile Bravo.
SOBRE EL AUTOR
EMILE BRAVO
Émile Bravo nació en 1964 en París e inmediatamente se esforzó por garabatear en todo lo que había a su alrededor. Cuando comprendió que podía contar historias con sus dibujos, empezó a escribir cómics. Mucho más tarde, cuando se da cuenta de que es un oficio (llamado “autor de cómics”) y que tiene que ganarse la vida bien, prueba suerte y se adentra en un territorio desconocido y hostil… Afortunadamente, le acompaña su viejo cómplice Jean Regnaud con quien se inició (Aleksis Strogonov, en Dargaud). Luego conoció y se hizo amigo de otros nuevos exploradores (Sfar, Blain, Guibert…) que le animaron en su lucha por el cómic infantil y con los que fundó el Atelier des Vosges. Luego creó Las asombrosas aventuras de Jules (en Dargaud), que le dio a conocer al gran público. Posteriormente produjo Ricitos de oro y los siete osos enanos (Le Seuil jeunesse) y Mi mamá está en América, conoció a Buffalo Bill (Gallimard Jeunesse, imprescindible Angoulême 2008). Para ampliar su público, Émile Bravo revela para Dupuis su visión personal de Spirou y Fantasio e intenta dar respuesta a todas las preguntas que se planteaba de niño: ¿cómo puede revelarse un adolescente que sostiene las puertas de un hotel? ¿Y convertirte en el joven aventurero que conocemos? ¿Estaba enamorado? ¿Tiene una opinión política? ¿De dónde viene su inquebrantable amistad por Fantasio? Son estas preguntas y algunas otras las que Émile Bravo intenta responder en El diario de un ingenuo, una aventura de Spirou y Fantasio de Emile Bravo. Al situar su álbum en 1939, nos ofrece el álbum fundacional de la serie Spirou et Fantasio, el que explica, o al menos pone en perspectiva, los álbumes publicados hasta la fecha. El diario de un ingenuo obtuvo el Gran Premio del Cómic RTL 2008.
