2024 fue sin duda el año de Manu Larcenet gracias a Norma Editorial. Aprovechando la publicación de su nueva e indiscutible obra maestra La carretera, que logró desencajarnos la mandíbula de asombro como novela gráfica visualmente demoledora, antes pudimos disfrutar de la acertada y desatada Edición Integral de Terapia de grupo así como de su evidente y sobresaliente presencia como artista invitado en el último tomo integral de La Mazmorra de Trondheim y Sfar. La cuadratura a un año redondo para este autor francés, como inmejorable estandarte de la imbatible escudería de Norma Editorial dentro del cómic europeo llegó con uno de los últimos integrales con los que la editorial despidió el año. Blast es un peso pesado en todos los sentidos, estos casi 3 kg. de libro en tapa dura de corte exquisito en mate y formato 21×27 cm. son 816 páginas de filo tan rojo como el logo que nos anuncia la que sin duda sigue siendo una de las cimas creativas de un autor que sólo admite superarse a si mismo en cada nueva obra. No en vano Manu Larcenet afirma convencido que “el cómic es un trabajo largo. Hay que hacer toneladas y toneladas de dibujos para contar una historia. Y mi mayor miedo es aburrirme”.
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Manu Larcenet se curtió profesionalmente desde 1994 en las ácidas páginas de la revista humorística Fluide Glacial hasta que despuntó con álbumes en solitario de toda temática imaginable. Siempre experimental a la par que comercial (en 2000 inició junto a Trondheim y Joann Sfar el ciclo Festival de la popularísima serie La Mazmorra), su nombre cobró aún más importancia y éxito editorial cuando en 2002 firma junto al guionista Jean-Yves Ferri la divertida serie de humor La vuelta al campo, donde retrata a un dibujante urbanita instalado en la campiña francesa. Apenas un año después Larcenet se consagra como autor con la primera entrega de la inolvidable serie Los combates cotidianos, que le valió el premio al mejor álbum en el Salón de Angoulême en 2004. La inolvidable historia de Marco, un ya no tan joven fotógrafo que intenta encajar las piezas de la vida: su trabajo, mujer, su hija, su pasado, conectó con varias generaciones de lectores que se vieron retratados en los diferentes momentos de la vida de un personaje que, en todos los casos, resulta vital, positivo, capaz de pasar por encima de casi cualquier dificultad. ¿Qué podía ser lo siguiente que ofreciese un autor tan versátil?
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Larcenet le dio la vuelta a todo. A su dibujo amable, claro, gracioso, colorido, optimista… y nos lanzó desde la primera página de Blast a un mundo pensado en grises, con tremendos vacíos, huecos negros y una oscuridad que nace desde la propia mirada de su nuevo protagonista: Polza Manzini, detenido como principal sospechoso de un asesinato, es un personaje marcado por los excesos. Obeso hasta la morbidez, descubrimos asombrados, viñeta a viñeta, página tras página, una historia donde lo siguiente es siempre más exagerado, tremedundo y atroz que lo anterior en una enfermiza búsqueda de vivir al margen de la sociedad, en el límite de la cordura. «Quería cambiar, no seguir en la misma línea de Los combates cotidianos -apuntaba optimista Larcenet en las presentaciones oficiales del primer tomo para su editorial en Francia-. Hacer una historia más lenta, con muchas páginas, silencios, espacios en blanco. Quería hacer esto mientras leía manga, como Taniguchi, que hace páginas enteras con primeros planos de «silencios». Quería ese lado zen, con muy poco texto».
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Larcenet afrontaba en aquel inicio su nuevo reto con tanta claridad como oscuridad leeríamos quienes afrontamos el primer tomo de Blast: «El concepto (porque me gusta hablar de conceptos, suena a marketing…) es un tipo que pasa dos días en la comisaría y cuenta la historia de su vida. Entonces, en 48 horas, el tipo que está allí por asalto, habla de sí mismo, de su historia… Hablará de lo que marca la diferencia. ¿Qué hacemos cuando nos sentimos mal en nuestra sociedad? ¿Cuál es nuestra alternativa?… (silencio) En realidad, no lo sé. En cualquier caso, el libro seguirá mis preocupaciones actuales a través de esta historia en 3 o 5 volúmenes. Veremos al personaje en múltiples facetas, mientras repasa 6 años de su vida. Lo vemos cambiar. No me gustan los personajes de los álbumes que nunca cambian. Será un álbum entre manga y una obra algo contemplativa… Cuando hice Los combates cotidianos, seguí al personaje pero sin su lado oscuro, aquí solo soy su lado oscuro… para hacerlo bien, hay que sumergirse en cosas que no son fáciles… ¡Espero que salga algo interesante!»
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El propio Larcenet, que empezó a concebir esta historia desde muy joven, hizo público en 2014 que padecía un trastorno bipolar, y lo comentaba así en Radio France: “A menudo, en el cómic en particular, pero también en el cine, cuando se aborda el tema de la desesperación, no se puede evitar añadir onzas de luz, pequeñas esperanzas. Pero la verdadera depresión es la aniquilación del deseo y del futuro: no hay esperanza. Pensé que eso era mentira. Así que pensé en hacer algo sin esperanza para Blast, con la oscuridad que recordaba, porque ya estaba pasando página”.
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La forma en que Larcenet decidió afrontar el abismo fue “la marginalidad, la violencia, la locura, necesitaba sacarlo todo. No para sentirme mejor, sino para expresarme”. De hecho Blast sustituyó parte de su medicación, como nos ha recordado en otras obras como Terapia de grupo, para convertirse en lienzo de sus propios demonios internos. En un ejercicio de inspiración desbocada, Blast va del éxtasis al horror, de lo bucólico a lo sórdido, repitiendo en capítulos y páginas de una belleza y oscuridad extremos la estructura del propio trastorno bipolar. Algunas de las escenas de la serie, recopiladas 20 años después en este suntuoso e imprescindible Integral editado por Norma Editorial, son las más violentas, brutales y viscerales que Larcenet jamás haya ilustrado. No es de extrañar que, tras cuatro libros, estuviese completamente agotado en todos los sentidos, pese a lo cual no dudó en afirmar, rotundo: “Blast es mi obra maestra. Puse todo mi dolor en ella”.
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Ante la tentación de contar la historia del personaje de Polza Manzini, la evidencia es que resulta del todo imposible describir con palabras la experiencia sensorial que supone Blast. Incluso habiéndola leído en tomos individuales, volver a sumergirte en el imprevisible universo imaginado por Manu Larcenet es algo que hay que experimentar a solas con páginas que soñó y dibujó en expresionista blanco y negro. Tan sólo la demoledora explosión mental que Polza denomina el «blast» deja que se asomen, en un prodigioso ejercicio de diseño de sus páginas, ilustraciones a todo color donde Larcenet utilizó dibujos infantiles de sus propios hijos. En su eterna búsqueda de la originalidad en tema y técnica, Larcenet revela cómo «en el cómic tradicional, dicen que siempre hay que construir las páginas como en un tablero, poner los negros en el lugar adecuado para que fluya. Pero yo no podía hacer eso en Blast, así que cogí cada viñeta y la dibujé en grandes hojas de papel, luego las escaneé y las recorté para que encajaran en el tablero. Me ponía menos presión, me decía a mí mismo que había hecho una buena viñeta durante el día. Cambió mi forma de ver los cómics”.
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Larcenet combinó así las dos profesiones que le apasionan al punto de ser su vida: dibujante y diseñador gráfico. Por eso hay decenas de páginas en las que su línea precisa y fina, en contraste con la suciedad de sus aguadas y su excepcional trabajo con las sombras, nos lleva a lo largo de esta historia apabullante a un estado de soledad y ensimismamiento tan exagerado como el aislamiento pretendido por su misterioso protagonista. Y pese a todo, un estado que no evita que sigamos leyendo, sin parar, queriendo saber más de Polza, de su camino sin retorno, del posible desenlace de una obra enorme.
Diez años después de que Norma Editorial lanzase en España los cuatro tomos en que fue originalmente publicada Blast, nos adentra en una Edición Integral donde cada gota de tinta mantiene intacta y en un nivel superior de cuidada edición, la capacidad de fascinarnos de Manu Larcenet. Y así, la abrumadora e irrepetible lectura de su versión de La carretera es aún más comprensible después de experimentar las páginas únicas e irrepetibles de Blast.
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SOBRE EL AUTOR
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MANU LARCENET
Emmanuel Larcenet (1969) debuta profesionalmente en 1994 en las páginas de la revista humorística Fluide Glacial, con la que entabla una fructífera relación que se prolonga hasta 2006. Allí afila sus mejores armas: la mordacidad, la parodia y el sentido del absurdo. Creador inventivo y versátil, sus primeros álbumes, titulados Soyons fous y 30 millions d’imbéciles, ven la luz en 1996. En 1997 funda junto a Nicolas Lebedel el sello Les Rêveurs, donde edita obras experimentales como Dallas Cowboy (1997), Presque (1998), On fera avec (2000) L’artiste de la famille (2001). En paralelo, colabora con grandes editoriales francobelgas. Para Dupuis dibuja la trilogía La vie est courte (1998-2000), sobre textos de Jean-Michel Thiriet. Con el sello Dargaud lanza Les cosmonautes du futur (2000-2004), sobre guiones de Lewis Trondheim. Con Delcourt participa junto a Trondheim y Joann Sfar en la popularísima serie La Mazmorra, ilustrando el ciclo Festival (2000-2007). En 2002 alcanza el éxito editorial junto al guionista Jean-Yves Ferri con La vuelta al campo, divertidísima serie que aborda en clave de humor las vivencias de un dibujante urbanita instalado en la campiña francesa. Un año después se consagra con Los combates cotidianos, cuya primera entrega le vale el premio al mejor álbum en el Salón de Angoulême en 2004. En 2009 experimenta una sorprendente mutación gráfica con Blast, obra maestra en cuatro volúmenes que compagina, entre otros títulos, con el álbum unitario Valerian visto por Manu Larcenet: la armadura del Jakolass (2011) o la serie Una aventura rocambolesca de… (episodios inventados de la vida de personajes históricos como Vincent Van Gogh o Atila el Huno). En los últimos años su firma aparece asociada a adaptaciones literarias de envergadura, como El informe de Brodeck (2015), a partir de una novela de Philippe Claudel. Norma Editorial acaba de reunir en un integral los tres volúmenes de Terapia de grupo (2020-2022).
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