“La fortaleza de papel”: Vivencias de Osamu Tezuka dibujadas por Osamu Tezuka. Edita Planeta Cómic

Que leamos las obras de Osamu Tezuka hoy en día como historias completamente vigentes es uno de los detalles que explican que sea conocido en todo el mundo como “el dios del manga”. Por supuesto no fue el primer mangaka ni el único en traspasar las barreras de su Japón natal, pero lo que queda claro es que desde que inició su andadura profesional a mediados del siglo pasado, sus esfuerzos por hacer del manga algo más, han quedado sobradamente demostrados por su legado en número de títulos, páginas dibujadas, personajes creados y aportaciones imprescindibles también al mundo del anime.

Reconociendo la tremenda y valiosa labor de Planeta Cómic, que sigue recuperando y editando en castellano la enorme obra del genio nipón, este pequeño tomo tiene un valor añadido que, quienes aprecien la obra del autor, apreciarán especialmente. El propio Tezuka, quien se encargó hasta su final de ayudar en la tarea de reeditar correctamente sus libros, añadió un epílogo a éste, como a otros, explicando el material contenido y detalles que nos sitúan en el contexto en que fue editado originalmente.

Lo peculiar de “La fortaleza de papel”, que tampoco es el único en recurrir a semejante giro argumental, es que las siete historias recogidas aquí están protagonizadas por el alter ego dibujado del propio Osamu Tezuka. Como él explica: “los mangaka tenemos tendencia a salir en nuestras propias obras de una forma u otra (…). Generalmente, los autores de manga consideramos nuestras obras como manifestaciones de nuestra forma de pensar; tal vez utilizamos nuestra propia imagen para que hable por nosotros”. La verdad es que, aunque el propio Tezuka recuerda que estos relatos cortos convertidos en viñetas “contienen muchos elementos de ficción”, el autor vivió en sus propias carnes el final de la Segunda Guerra Mundial en Japón y, como en toda guerra que parezca olvidada al cabo de tantos años, posiblemente en estas viñetas haya tantos recuerdos recreados como parte ficticia para dar forma a las historias. De hecho, la realidad es que, a finales de 1944 los norteamericanos, supuestos salvadores del mundo, y antes de las atroces carnicerías sinsentido de Hiroshima y Nagasaki, se dedicaron también a bombardear las ciudades más importantes de Japón, como Osaka, donde llegaron a contabilizarse cerca de 10.000 muertes de civiles inocentes. Parece ser que Tezuka estuvo movilizado en esa otrora próspera ciudad junto a sus compañeros, para trabajar en un arsenal del ejército japonés. Como el autor retrata en numerosas ocasiones, parece ser que su obsesión por dibujar manga era tan real que fue reprendido frecuentemente por sus superiores. Hasta el día en que su castigo consistió en apostarse en una de las torres de vigilancia de su base para avisar de la llegada de los temidos bombarderos B-29 estadounidenses. Cuando empezó la alarma del ataque aéreo, Tezuka no tuvo tiempo de bajar a tiempo y quedó expuesto en una de las edificaciones más altas. Entonces, una bomba cayó en el techo a dos metros de él y Tezuka cayó gritando de lo alto de la torre, aunque milagrosamente logró sobrevivir. Lo que vio a continuación, Tezuka lo retrata sin rodeos y con una crudeza que, en este y otros trabajos suyos siempre es un contraste entre su línea clara de dibujo poco realista con las barbaridades de las que da testimonio: el suelo y las casas de los alrededores estaban en llamas y del cielo caía una lluvia de hollín. En medio del caos total, su lado real y su personaje ascienden a lo largo de la ribera del río Yodogawa, donde se vieron obligados a esquivar los enormes cráteres provocados por las bombas y la dantesca escena de decenas de cuerpos calcinados unos encima de los otros. El relato que da título al libro: “La fortaleza de papel”, igual que “El blues del hambre” y “Dotsuitare (Acaba con él)”, son un viaje sin retorno a una parte de la vida de Tezuka donde, sin adornos, se retratan la realidad de la guerra, el desastre y la obsesión casi única por comer cuando no había apenas nada. Pero también asistimos, entremezclado con el drama, como en la vida misma, el anhelos y tema que permanece en todas las narraciones: llegar a ser mangaka y poder vivir de ello e incluso llegar a ser el mangaka más popular.

“La fortaleza de Papel” fue originalmente publicada entre 1970 y 1977, un período especialmente importante, según recuerda el experto francés en cultura japonesa y manga Jean Marie Bouissou. En aquellos años, junto a Tezuka, muchos otros autores japoneses reflejaron su decepción por la situación que llevó a Japón a aquella guerra, con todas sus nefastas consecuencias. Tezuka ya trató el tema en otras obras suyas como “Tetsuwan Atomu”, donde su mensaje antibelicista y de defensa de la paz parte de una verdadera experiencia traumática, reflejo de una sociedad que Tezuka retrata como pocos en este libro. Afortunadamente la disposición de las siete historias nos concede un respiro a la angustia existencial que despierta cualquier conflicto bélico real y Tezuka es capaz de hacernos reír demostrando cómo es capaz de reirse de su propia condición gracias a “Diario de un patán”, donde un harapiento ángel de la guarda le aconsejará en un encendido tono sarcástico para llegar a ser un gran autor de manga. “Y llegó una carta” y “Ensayos ociosos sobre animales” son otro ejemplo de humor y maestría de Tezuka contando historias. Mientras que “La historia del Tokiwa-sô” es una original aportación en la que Tezuka nos cuenta la historia de los pisos que les alojaron a él y a muchos otros mangaka posteriormente célebres, contado desde el punto de vista del propio edificio.

En conjunto esta es una oportunidad única para disfrutar de nueva obra de Osamu Tezuka pero además conocer un poco más de parte de su apasionante vida en forma de viñetas. Ideal para completistas pero también para todo el que se acerque a este genio por primera vez.

SOBRE EL AUTOR

Osamu Tezuka

Resumir en un párrafo la vida y obra del mangaka y animador japonés que, por miles de razones sigue siendo conocido popularmente en su país como «el dios del manga» es casi tan imposible como abarcar las miles de páginas dibujadas y creadas a lo largo de su vida. Gracias a su obra se expandió y difundió masivamente la lectura del manga como medio de entretenimiento popular en todo Japón y fuera de él. Su manera de desarrollar y crear, basada en las técnicas de la cinematografía y de genios de la animación como Walt Disney, replanteó la tradicional realización de las historietas hacia un manga con una trama mucho más elaborada y compleja.

NO TE PIERDAS NADA

¡Suscríbete a nuestro último boletín y no te pierdas las últimas noticias!
Nuestro boletín se envía una vez a la semana, todos los jueves.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Podcasts Recientes