Vivimos un mundo de contrastes donde a veces, no hay grises: sólo blanco y vida o bien la oscuridad total que esconde apenas el lado oculto del alma humana. No hay peor terror en este mundo que el provocado por la realidad. Los relatos góticos y los monstruos son meros cuentos de hadas infantiles al lado de lo que convive en los callejones que no queremos ver, donde vive inevitable la mugre sin conciencia para la que lo que podemos ser no tiene valor alguno. Mariana Enriquez, la autora del libro de relatos que ha servido de inspiración a Lucas Nine sabe muy bien todo esto. Escritora que reconoce abiertamente que sus influencias van desde Jorge Luis Borges a Stephen King, pasando por Lovecraft, William Faulkner, Alan Moore o Neil Gaiman, publicó una antología de cuentos de terror titulada Los peligros de fumar en la cama donde dejaba claro su bien hacer remarcando la persistencia y presencia de la muerte en el mundo de los vivos. Pero fue con el libro Las cosas que perdimos en el fuego con el que esta autora argentina se reveló al mundo. Esta antología de cuentos que ahora Lucas Nine ha convertido en imágenes, ha sido publicada ya en veinte países y fue galardonada en 2017 con el Premi Ciutat de Barcelona en la categoría de Literatura en lengua castellana, demostrando lo verdaderamente lejos que pueden llegar los miedos en español. De hecho esta adaptación es otro pilar para que así sea. Porque es imposible quedarse indiferente ante su lectura.
Para esta versión gráfica de Las cosas que perdimos en el fuego, Lucas Nine ha seleccionado cuatro relatos crudos, duros y, sobre todo, sorprendentes. Entrelazados todos por fragmentos rotos de un callejero de la ciudad de Buenos Aires, todas las historias despiertan miedos que ni siquiera sabíamos que pudiesen existir dentro de las ciudades. A las afueras, o en algún rincón olvidado, un coche abandonado comienza a arder en mitad de la noche con una mujer dentro, sentada al volante, dejándose llevar por un final horrible que, en realidad, quien sabe, quizás sea la única escapatoria a algo peor… Junto a ella descansa, antes de ser consumido por las llamas, el libro con el título que hoy venimos a recomendarte si eres de estómago fuerte y te atreves a meterte donde la salida no es para nada evidente. Ya desde el inicio, Lucas Nine opta por una versión completamente expresionista para dibujar tanto como sugerir. Y allí, nítido entre las llamas, leemos el título del primer relato de Las cosas que perdimos en el fuego: El chico sucio.
Como en las mejores historias conocidas de terror, Mariana Enriquez elige protagonistas femeninas. Mujeres del todo creíbles: capaces de sentirlo todo con tal intensidad que su resolución ante cualquier dilema es lo que puede sacarlas de un lío tanto como arrojarlas al pozo más oscuro. Y esa es un poco la historia de la protagonista de El chico sucio, alguien con los pies en el suelo que, por nostalgia y porque “siempre estuve enamorada de esa casa”, vive en un antiguo edificio del barrio de Constitución, el que rodea la estación de trenes que vienen del sur y donde, a los aristócratas adinerados les sustituyeron las mismas tribus que acaban ocupando el corazón de todas las ciudades. Como la protagonista parece recomendarse a si misma: “evitar la Plaza Garay los viernes por la noche, la peleas entre los mininarcos, los adictos que se ofenden por cualquier cosa, las travestis borrachas (…) Es cuestión de no tener miedo, de hacerse amigos, de saludar a los vecinos aunque sean delincuentes”. Sin embargo nada podía prepararla para el día en que llegó a conocer e invitar a su casa a comer algo al mendigo muerto de hambre que vivía a la entrada de su portal con una madre yonqui y embarazada de nuevo para quien sus propios hijos no significan nada. Nine nos deslumbra con sus momentos de nitidez en el trazo de edificios reales antes de embarcarnos en las calles más oscuras, pobladas de altares casi paganos a todo tipo de santos, incluyendo “el San La Muerte. El santito esqueleto al que se le venera con velas rojas y negras”…
Pablito clavó un clavito recupera a través del “Buenos Aires Mistery Tour” una escalofriante historia REAL que conmocionó a la ciudad de Buenos Aires a principios del siglo XX. Cayetano Santos Godino, conocido como el “Petiso Orejudo”, nos lleva a la peor versión de lo que producen nuestras sociedades y las ciudades: asesinos en serie. Lo curioso y lo peor, como siempre ocurre en estos casos en que la realidad supera toda ficción, es que este sádico niño asesino de niños ya había sido acusado de incendiar varios edificios antes de cumplir 9 años. A medida que creció, sus actos resultaron del todo incomprensibles y grotescos en aquella orgullosa Argentina del centenario de los palacetes y del despilfarro. La autora hila aquí sibilinamente el relato del guía que nos relata la vida y obra del cruel asesino con la de uno de los viajeros al Buenos Aires más oscuro: único personaje masculino con entidad en el libro, que resulta ser padre primerizo muy poco convencido de su decisión y mucho más de la oscuridad desatada del Petiso… Lucas Nine borda aquí un escalofriante desafío visual en el que recuerda los momentos más brillantes del binomio Neil Gaiman-Dave McKean de los años 90, mezclando imágenes de archivo y fotografías del caso del niño asesino en collage con ilustraciones ofreciendo su horripilante versión de algunos de sus crímenes.
Y ya con toda nuestra atención ante cada siguiente página, imposible dormirse o despegarnos del libro, llegan El patio del vecino y Bajo el agua negra y nos arrastran a universos propios más inquietantes aún. En ellos, el arte indiscutible y veterano de quien ha sido dibujante, ilustrador, historietista y director de cine de animación, se pone al servicio de aplicar mil y una técnicas para hacernos sentir incómodos e inquietarnos con dibujos descolocados, difusos, que nos hablan de los peligros de lo que vive dentro de algunas mentes, como es el caso de la protagonista de El patio del vecino, una asistente social que acaba de perder su trabajo por anteponer la diversión con sus compañeros de trabajo a su misión en un hogar para menores tutelados. Tratando de recuperarse y encontrarle sentido a su vida, mudarse a una casa cuyos misteriosos vecinos le recuerdan una y otra vez sus errores, la lleva al extremo de afrontar su culpa allí donde se cruzan los límites de lo real y, quizás, la verdadera locura.
Pero el plato fuerte es el último relato, Bajo el agua negra. Y sí, cualquier oscuro universo de profundidades viscosas que despierte el título en tu mente es real pero autora y dibujante fueron mucho más lejos. Este último y breve cuento ilustrado comienza pareciendo un evidente homenaje a las mejores historias policiacas ambientadas en los mundos de Lovecraft, para convertirse después en una historia con mayúsculas donde, al más puro estilo del autor homenajeado, lo que nos sugiere se extiende en nuestra mente mucho más allá del punto en que termina el relato. Marina es una fiscal decidida a sacar a la luz lo que ocurre de verdad en la Villa, un sucio suburbio delimitado por un riachuelo contaminado en el que, además, han “muerto” ahogados varios jóvenes. Un lugar al que nadie quiere entrar y que la policía querría ver convertido en cenizas, encierra algo que la protagonista no puede dejar pasar y que la llevará a ser capaz de entrar en ese infecto poblado al que rodea un río podrido que, en realidad, esconde mucho más que seguidores de cultos afrobrasileños o santos personales…
Toda una inesperada y grata sorpresa descubrir miradas tan brillantes y claras definiendo nuevos límites al horror a través de la palabra certera y precisa de Mariana Enriquez y el espectacular despliegue visual de un autor como Lucas Nine. Las cosas que perdimos en el fuego es un libro recomendado para tod@ aficionad@ al terror de verdad, el que te hace perder el sueño en las largas noches veraniegas o de invierno… o de cualquier otra estación. Porque la inquietud real que despertará en ti esta novela gráfica de cuentos cortos te hará pensar que no leías algo así en mucho tiempo.
SOBRE LA AUTORA Y EL AUTOR
MARIANA ENRIQUEZ
Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) es periodista, subeditora del suplemento Radar del diario Página/12 y docente. Ha escrito novelas –Bajar es lo peor, Cómo desaparecer lentamente, Éste es el mar y Nuestra parte de noche-, relatos de viajes, perfiles –como La hermana menor, acerca de la escritora Silvina Ocampo– y colecciones de cuentos –Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego, publicada en veinte países y galardonada en 2017 con el Premi Ciutat de Barcelona en la categoría Literatura en lengua castellana-. En 2019 ganó el Premio Herralde de Novela con Nuestra parte de noche, galardonada también con el Premio de la Crítica. Sus novelas y cuentos han sido traducidos en todo el mundo.
LUCAS NINE
Lucas Nine (Buenos Aires en 1975) es dibujante, ilustrador, historietista y director de cine de animación. Sus obras fueron publicadas en libros, diarios y revistas de Argentina, Bolivia, Chile, Francia, España, Alemania, México y Brasil; y expuestas en varias ocasiones en Italia y Japón. Sus ilustraciones en el campo del libro infantil fueron exhibidas en la Feria del Libro Infantil de Bologna (Italia) y premiadas por ALIJA en varias oportunidades. Sus trabajos de animación fueron exhibidos en festivales argentinos, italianos, españoles, alemanes, y franceses. Fue guionista y director de animación de uno de los segmentos del largometraje Ánima Buenos Aires (2012). Su libro Dingo Romero fue publicado por Ediciones De Ponent (España, 2004) y por Les Rêveurs (Francia, 2008). Su libro El Circo Criollo fue publicado por Del Eclipse (Argentina, 2009) y Thé de Noix por Les Rêveurs (Francia, 2011). Este último fue editado por Común bajo el título de Té de Nuez (Argentina, 2015).
