Reseña y entrevista al autor de un cómic rompedor
El cómic es el Noveno Arte. Porque tiene un lenguaje propio. Porque cuando las primeras tiras cómicas aparecieron a principios del siglo pasado en los periódicos (o incluso antes, según nos descubren los últimos estudios con aportaciones que comienzan incluso en códices medievales) lo hicieron creando códigos nuevos que, gracias a la fácil interpretación de dibujos en viñetas y el uso de bocadillos para expresar los mensajes, se convirtieron en fenómeno de masas. Hasta nuestros días. A lo largo de más de un siglo y, como en cualquier otra vertiente artística que se precie, los autores de cómics han avanzado, estudiado, innovado, mejorado y aprovechado nuevas formas de expresión que siguen haciendo de este Arte amado algo único y ahora mucho más respetado. Seguro que todos tenemos en mente autores que han revolucionado el genero con sus aportaciones. Y desde hoy mismo os recomendamos que descubráis a alguien más, alguien nuevo, un autor que desde su presentación en Angouleme en 2023 causó un revuelo completamente comprensible en jurado y público con El color de las cosas. Premio Fauve d’Or del Festival de Angoulême, Gran Premio de la Crítica Francesa ACBD, Premio al Mejor Debut del Festival de Colomiers, Premio al Mejor Debut del Festival de Delémont, Premio del Libro Infantil y Juvenil de Suiza… Y esto sólo es el principio. Pero ¿por qué? ¿Qué hace especial a esta novela gráfica? Pues bien, El color de las cosas no se parece a nada que hayas experimentado antes. Porque ni siquiera los más modernos autores experimentales como Chris Ware, Charles Burns o Daniel Clowes han logrado en sus depurados estilos lo que ha conseguido el suizo Martin Panchaud, quien ha reducido la parte gráfica a meras representaciones vectoriales, infografías y pictogramas y aún así es capaz de contarnos una de las historias con alma más interesantes de los últimos años.
Los protagonistas de Martin Panchaud son círculos que se distinguen por sus colores. Y, a vista de pájaro, son capaces de contarnos la historia de Simon, aparentemente un círculo naranja bordeado por otro marrón, que en realidad es un niño de 14 años que vive en una barriada de Londres con un padre alcohólico, aficionado también a las carreras de caballos. Los niños del barrio siempre se burlan de Simon… hasta el día en que una adivina le dice cuál será el caballo ganador de la mítica carrera de caballos Royal Ascot. Entonces, el chico decide apostar todos los ahorros familiares y… ¡gana 16 millones de libras! Pero al volver a casa, la encuentra rodeada de coches de policía y ambulancias: a su madre le han dado una brutal paliza y está en coma, y su padre ha desaparecido. Si Simon quiere saber qué ha pasado (y cobrar el premio), debe esperar a que su madre despierte o, en el peor de los casos, dar con el paradero de su padre. Tiene ante sí un viaje cuyo fin es imposible adivinar. Imaginamos que los muchos editores a cuyas puertas llamó Martin Panchaud supieron ver el potencial de semejante buena historia… o al menos hasta que el autor les mostraba la forma en que había desarrollado semejante guión. Ante la incredulidad y desconfianza de la todopoderosa maquinaria editorial francesa, El color de las cosas fue editado primero en alemán por Edition Moderne en 2020. Y entonces llegó Angoulême y lo que parecía destinado a ser un experimento, los lectores lo convirtieron en un fenómeno que se expandió como la pólvora. Como recuerda el autor, hablando de lo que le decían sus lectores: «al principio me parecía frío, deshumanizado, no me parecía un cómic, pero una vez que entré me pareció alucinante, increíble». Años de estudio, documentación y prueba y error, al final dieron sus frutos después de superar los miedos: «una de las cosas que me resultaba inquietante -afirma Martin Panchaud– es que al lector le pareciera demasiado complicado y que lo dejaran a la mitad, así que busqué que todo fuera fluido, que los diálogos encajaran bien, que hubiera un punto de sorpresa, es decir, crear un efecto de pasar páginas sin poder despegarte del libro, que el lector se sienta recompensado y no perdido. También está funcionando muy bien el boca-oído, hay mucha gente que está regalando este libro a sus amigos».
Sobre el origen a este depurado estilo completamente único, que a simple vista podría pasar por un producto de diseño cuando en realidad es una increíble trama contada de un modo diferente, Panchaud explica que «yo he estudiado cómic y después estudié diseño gráfico. Después empezó la crisis del covid y no había mucho trabajo para diseñadores gráficos, pero yo tenía mucho tiempo para hacer cómic y fue en ese momento en el que decidí aunar las dos formaciones para contar cómic pero con la visión de un diseñador gráfico. Esta visión pura, intentando evitar cualquier tipo de florituras, buscando transmitir y comunicar emociones y mensaje de la manera más pura. Este es el origen de este lenguaje visual».
El resultado salta a la vista, pese al reparo inicial que supone ceder tanto a la imaginación del lector. «Cuando estudiaba diseño gráfico -recuerda este original creador- nos enseñaron que las letras eran un dibujo, con las tipografías hay diversos dibujos de letras. Es un código, de modo que sólo con escribir de otra manera ya puedes transmitir emociones en el plano visual. Y en lugar de escribir «Paul bebe agua» o de decir «buenos días», por ejemplo, yo pongo un circulo de color, digo este círculo es Paul y ahí Paul habla. Es decir, que doy sentido a formas. La palabra Paul no representa a una persona y sin embargo nos evoca a una persona que se llama Paul. El imaginario del lector, en ese sentido rellena los espacios vacíos y pone en escena la historia misma. Yo retomo la idea de secuencia de yuxtaponer imágenes con texto y con formas y el lector tiene que hacer un trabajo de interpretar lo que yo planteo. Me gusta pensar que cuanto más es capaz el lector de evocar emociones para rellenar estos vacíos, más personal y más potente será la historia y precisamente es este espacio que está en el corazón de mi trabajo: el espacio de interpretación del lector». Y así los diálogos de esos círculos de colores, apoyados por diálogos precisos, planos, mapas e infografías básicas explicativas, nos sumergen realmente en ese Londres urbano. E incluso la pulcritud del dibujo vectorial perfecto nos evoca lo descarnado del escenario, donde un niño con problemas de peso acosado por los gamberros del barrio y repudiado por su padre alcohólico acaba metido en un lío del que resulta difícil creer que pueda salir indemne.
El orígen de los colores
Martin Panchaud reconoce abiertamente uno de sus mayores defectos pero que, curiosamente, le llevó a idear esta forma única e inequívoca de contar historias: «Yo era un gran disléxico, con un recorrido escolar difícil porque no se había identificado aún, no se entendía por qué a priori parecía que yo me expresaba bien y parecía un niño normal, pero no conseguía ni leer ni escribir correctamente. Años más tarde, casi por casualidad, entré en contacto con el mundo del cómic. Yo no quería hacer cómic porque para mi el mundo del libro no era un mundo cómodo ni fácilmente accesible, pero al cursar estudios multimedia estaba en la única facultad que hacia cómic y estaba rodeado de gente que amaba el cómic y eso de alguna forma me llegó, me tocó. Entonces empecé a trabajar el texto con las imágenes. Yo podía entender las imágenes pero no en una estricta secuencia, por eso a partir de ahí me liberé de esa carga que tenía después de tanto tiempo de querer leer y escribir. Igual por eso me siento tan comprometido con el relato a través del diseño, un poco para compensar esa dislexia que me ha acompañado mucho tiempo».
El resultado en El color de las cosas es un relato gráfico para nada al uso, donde además de prescindir de rostro para los personajes, tampoco las viñetas siguen el orden al que un aficionado está acostumbrado. Sin embargo es imposible perderse. Al contrario, esa búsqueda de la claridad, de la nitidez expresiva por parte del autor se transforma en la historia que nos quiere contar con una claridad absoluta: «Yo tenía diversas hipótesis y me pegué a ellas para seguir trabajando. Una de ellas es que mi sistema es muy sencillo: son círculos, que son fáciles de entender y que permitían muchas cosas. Me dije: si consigues hacer un libro en el que si lo abres tienes la sensación de entrar en un código oscuro, pero que cuando empiezas a leer tienes la sensación real de tener personajes e intriga, pensé esto puede funcionar y creí durante mucho tiempo en eso». El logro lo demuestran los hechos: después de sus ediciones en Alemania y Francia, El color de las cosas se ha traducido y editado también en Holanda, Italia y ahora al fin en España gracias a Reservoir Books. Se han vendido ya los derechos para el cine e incluso para un videojuego. Y, lo más importante, el éxito de su fórmula creativa le ha permitido a Martin Panchaud avanzar en una nueva novela gráfica que comenzó apenas terminó su primera incursión en el mundo del cómic.
Influencias y método
Ante la mayoría de autores o autoras nuevas que irrumpen con fuerza en el mundo de las viñetas, quienes llevan toneladas de cómics leídos a sus espaldas fácilmente encuentran siempre las influencias que, incluso si el autor tiene estilo propio, destilarán en algún detalle. Con Martin Panchaud es imposible. Salvo que revisasemos la historia del diseño gráfico del último siglo. Y pese a todo, cómo el mismo recuerda, sus primeras lecturas fueron las mismas que a otros les llevaron simplemente por el camino de la línea clara: «durante mi infancia leía los cómics clásicos habituales: Astérix, Gaston La Gaffe, pero como espectador. Nunca pensé en ser autor, para nada. Era una lectura de divertimento. Y cuando llegué a la escuela de cómic en el año 2000-2001, había una explosión de nuevo cómic y me presentaron cómics, asociaciones, ediciones, y autores muy diferentes como Marjane Satrapi. Creo que los que más me impactaron fueron los que eran capaces de trabajar un estilo fuerte y personal al mismo tiempo. Estoy pensando en «Sin City» de Frank Miller. Cuando descubro «Sin City» con esos colores fuertes, ese deseo de representar las cosas pero de una manera muy gráfica y potente. Eso me inspiró mucho para encontrar mi propia voz. Evidentemente Chris Ware también. Creo que a él lo descubrí en el 2002-2003, con ese código en el que prácticamente se ve la matriz de cómo se presentan las viñetas, los significados que podemos incorporar con él, llegando en algunos casos a lo abstracto. Esa visión del cómic es muy original y no se parece a otro y eso es lo que más me inspiró».
Agradecido por encima del resto de autores a la tecnología, incluso cuando la mayoría de autores hoy en día ya sólo trabajan en digital, Martin Panchaud ha depurado el uso de vectores al máximo: «el interés del dibujo vectorial, que es el que yo utilizo, supone que esos puntos vectoriales son matemáticos y la ventaja es que son muy precisos y puedo reutilizarlos. Esta manera de construir mis dibujos es algo que yo entiendo y rápidamente me enamoré de esta forma de trabajar y pienso que sería terrible si alguien me dijera de repente que ya no hay tecnología, que ya no hay internet. Me sentiría realmente sin armas».
Sin necesidad de forzar mucho la memoria, otro autor francés de fama y renombre como Arthur de Pins, emplea de igual y exclusivo modo el dibujo vectorial, sólo que de Pins acerca su técnica todo lo posible al realismo y tradicional uso de viñetas. Martin Panchaud demuestra que podría hacer lo mismo si quisiera: a lo largo de El color de las cosas vemos claros retratos de objetos: un revolver, un móvil, vasos, coches, detalles reales plasmados con cierto realismo. Pero en la verdadera narración, donde algunos detalles serían más sencillos dibujando algo más, Panchaud no cambia su estilo, renuncia a lo fácil y prefiere trabajar el doble para expresar lo mismo de la forma más esquemática posible: «es difícil porque hay cosas que no puedo mostrar: un gesto, una gota de sudor o pequeños códigos, que podrían resolver mis problemas. Pero decido no mostrarlo, porque puedo utilizar el diálogo y el contexto para hacerlo. Y lo interesante es que esto fuerza al lector a crear su propia imagen del personaje, su propia visión. En algunos momentos pensé en mostrar una silueta de cuerpo para mostrar donde tenía daño un personaje o mostrar un objeto pero pensé, no, una silueta ya es demasiada información así que lo quité y añadí los gestos de otras manera, con otros rasgos que seguramente son más originales». Conocedor de lenguajes universales como los videojuegos, Panchaud utiliza así las típicas barras de vida para hacernos entender el daño provocado por los golpes, que expresa a través del simple contacto de unos círculos con otros.
El color de las cosas hay que experimentarlo. Es difícil entender la atracción del método de Martin Panchaud sin probar a escuchar su historia. Y puede que no sea fácil, en especial para todos los lectores de vieja escuela. Pero créeme, de verdad, una vez que empiezas a pasar páginas y te das cuenta que estás a mitad de libro para acabarlo poco después ni sabes cómo, te convences de que esta novela gráfica funciona y que aún reduciendo lo visual a la mínima expresión, el autor ha creado unos personajes de una profundidad sorprendente, con los que incluso resulta fácil identificarse. Y si no me crees, prueba la otra genialidad con la que este creador se dio a conocer; sólo está online y es gratis: se trata de SWANH.NET, una adaptación en webcómic de 123 metros de largo, que adapta de modo fiel el Episodio IV de Star Wars, publicado en 2016. Préparate a alucinar.
SOBRE EL AUTOR
MARTIN PANCHAUD
Martin Panchaud nació en 1982 en Ginebra, Suiza, y vive en Zúrich desde hace varios años. Autor e ilustrador, ha producido varios cómics, historias gráficas de gran formato y numerosas infografías, en un estilo visual único. Su dislexia muy fuerte fue un obstáculo para su educación y le impidió seguir una educación superior. Sin embargo, se formó en cómics en la EPAC, en sajón, y luego obtuvo un Certificado Federal de Capacidad como diseñador gráfico en Ginebra. Su dislexia le hizo situar la lectura, así como la interpretación de las formas y sus significados, en el centro de su investigación, y le impulsó a elegir un estilo muy particular para expresar su creatividad y contar historias. Gracias a su trabajo ha recibido varios premios y ha realizado numerosas residencias artísticas para desarrollar sus proyectos creativos. Expuesto en diversos establecimientos culturales de Europa, como el Barbican Centre de Londres y el Centre Cultural Onassis Stegi de Atenas, se distinguió particularmente con su impresionante trabajo titulado SWANH.NET, una adaptación cómica de 123 metros de largo de Star Wars Episodio IV, publicado en línea en 2016. El color de las cosas, su primera novela gráfica, fue publicada originalmente en alemán por Edition Moderne en 2020 y ha ganado numerosos premios en Suiza, Alemania y Francia.