¿Se puede dibujar la soledad?
En poco tiempo y todavía con el buen sabor de Hammerdam en la retina, tenemos la suerte de poder disfrutar de una nueva maravilla creada por el autor Enrique Fernández, un dibujante cuya exquisita obra hasta la fecha es tan apreciada fuera como dentro de nuestras fronteras.
Editada por Spaceman Project con su ya conocido sistema de crowfunding, la distribución y comercial corre una vez más a cargo de ECC Cómics en una edición cuidada, de una gran calidad y acorde al impresionante contenido visual con el que Enrique Fernández vuelve a regalarnos la vista de su universo propio, como fácilmente puedes comprobar por las imágenes que acompañan esta reseña.
Limbo Hotel es la historia de un sueño convertido en recuerdo. Tratando de no desvelaros del todo la trama que mueve este libro, la pareja formada por Cory y Kein transformó con sus propias manos el proyecto de un hotel diferente en un pequeño pueblo costero abandonado. E hicieron de él un negocio próspero y alegre, pero sobre todo lleno siempre de vida y de huéspedes que llegaban de todos los rincones del planeta. Y sin embargo, nuestra andadura por las coloridas páginas dibujadas por Enrique Fernández se inicia con un escenario bien distinto en el que Kein se enfrenta y parece afrontar todos sus días siempre de la misma forma, sin perdonar ni una sola rutina en un orden estricto que no permite errores o variaciones.
Resulta increíble como el autor es capaz de dibujar sensaciones a través de su peculiar paleta de colores y ese estilo siempre único y a la vez siempre renovado. Inclasificable de una obra a otra pero reconocible en su forma de crear personajes, Enrique Fernández nos hace sentir a través de ellos lo que ellos viven y sufren página tras página. El arte es un reflejo de lo real y, como tal, los buenos artistas son capaces de captar los sentimientos humanos. Sin embargo, por muchos cómics que haya leído, soy incapaz de recordar ahora mismo alguno en el que su autor fuese capaz de dibujar la soledad o la pérdida como Enrique Fernández lo ha hecho en Limbo Hotel. Recomendando sin dudar la lectura necesaria de este libro, la única advertencia posible si te acercas a sus viñetas es que trates de disimular tu estado de animo ante el libro porque Limbo Hotel parece ideado para hacerte ver y leer tu carencia más evidente, lo que te preocupa. Y es que toda emoción humana posible transcurre por estas páginas, sabiendo que te identificarás con alguna de ellas igual que con alguno de los personajes imposibles que deambulan por las rutinas de los protagonistas. Porque cuando empezamos a entender de qué va realmente la historia de Kein, después de preciosas páginas silenciosas e imágenes sin diálogo de clase alguna, unas sonoras onomatopeyas le roban la soledad al recio hombre que repite cada día su futuro y llega Aiden, un bebé no esperado, abandonado por el destino, a quien el hombre sin voz tendrá que criar.
El contrapunto de vida de Aiden en aquel paraje, hermoso pero abandonado a toda esperanza, supone un giro del argumento que nos mantiene enganchados en un hasta dónde es capaz de llevarnos el autor tratando de encontrarle sentido a la historia de sus personajes, cuando en realidad, como la vida misma, a veces es más importante vivir el momento que preguntarse hacia dónde nos movemos.
Es curioso como los dibujos del autor, aparentemente inocentes y sencillos, encierran siempre tantas emociones en apenas unos trazos. Enrique Fernández reconoce que “mi forma de trabajar es básicamente por emociones. No me rijo por un tipo de guión en que me cuadre todo perfectamente a nivel técnico. Quiero tener una historia en que los personajes sean creíbles, que respiren y que en cierta forma sean independientes de nuestra lectura. Como si hubiéramos llegado a espirales justo en el momento en que está pasando toda la acción de la historia, pero que por sí mismos ya sean interesantes. Y en ese sentido también busco que el diseño gráfico de los personajes transmita una historia (o un conjunto de pequeñas historias). Ya sea por sus proporciones, su actitud, la mirada, etc.” De hecho, una vez más se supera creando vidas de papel: desde el ahora huraño y taciturno Kein al resignado niño Aiden, pasando por los que son recuerdos o mero producto de la imaginación, como el fantasmantel, el cuervo trajeado o las propias ovejas pintadas cuyo propósito tendrás que descubrir leyendo Limbo Hotel.
Después de leer/vivir este magnífico cómic, la única pregunta posible es saber cuándo se editará la siguiente obra dibujada por este genio indudable de las viñetas.
SOBRE EL AUTOR
Enrique Fernández nació en 1975 en Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Inició estudios universitarios en la facultad de Bellas Artes. No llegó a finalizarlos, pero la fascinación que despertó en él la película de dibujos animados Pocahontas le llevó a realizar en 1995 un curso de animación. Trabajó en diversas producciones en este ámbito, entre las que cabe destacar El Cid: La leyenda (2003) y Nocturna (2007), para las que contribuyó con storyboards. A partir de 2004 dibujó diversas obras para el mercado francés, como Libertadores (2004), La Mère des Victoires (2008) o El Mago de Oz (2005-2006), una adaptación de la obra homónima de L. Frank Baum realizada a partir de guiones de David Chauvel. En 2009, publicó La isla sin sonrisa, una historieta que en su edición franco-belga fue galardonada en 2010 con el Prix ActuaBD/Conseil Général des Jeunes de Charente del Festival Internacional del Cómic de Angulema. Aurora y Los cuentos de la Era de Cobra son otras de sus obras más destacadas.