Cuando llega el día, suele quedar claro que lo único que somos es lo que los demás recuerdan de nosotros. Seguir vivos, de alguna forma, lo consiguen solo quienes permanecen en la memoria de quienes les habitaron en vida. Y cuando no quede nadie que mencione tu nombre ni reviva quien fuiste en vida, desaparecerás como si nunca hubieses pisado este antagónico mundo en el que caminamos, debatiéndose siempre entre quienes hacen de él la definición de infierno al tiempo que la maravilla de los detalles no deja de recordarnos la suerte que tenemos de estar aquí, de poder leer, pensar, ser leídos y sentir el despertar de cada nuevo amanecer. En el caso contrario, la ignorancia y el fanatismo basado en ideas equivocadas ha tratado de borrar miles de veces a lo largo de nuestra Historia a personas que, mucho antes de dejarnos, formaban parte de lo que nos mantiene como humanos por encima de censuras, asesinos y gente sin alma: el conocimiento y la cultura, en sus mil formas. Científicos, escritores, inventores, pintores, cronistas, escultores… y poetas. Todos conocemos el trágico final de Federico García Lorca, una de nuestra voces líricas más logradas y recordadas, fusilado al inicio de la Guerra Civil. Sólo que lo que intentó borrar el odio lo mantuvo y mantiene viva la obra y vida de un autor cuyas palabras nadie quiso ni pudo olvidar.
La huella de Lorca, la novela gráfica que vengo a recomendarte hoy es el triunfo no solo del recuerdo y pervivencia del autor, sino también de este libro, que fue publicado por Norma Editorial originalmente nada menos que en 2011 y aún hoy, 14 años después, sigue agotando ediciones aquí y en Europa. Como bien recuerda su autor, Carlos Hernández, «la presentación oficial tuvo lugar el dia 8 de mayo de 2011, durante la Feria del libro de Granada y La huella de Lorca fue lo más vendido ese fin de semana en las casetas. La huella de Lorca ha sido desde entonces un longseller, agotado y buscado en España, con ediciones en Francia, Italia y Portugal. Al mismo tiempo, surgieron otros cómics con Federico Garcia Lorca como protagonista, ¡alguno incluso simultáneamente! y en 2019, cuatro autores fuimos invitados a contar nuestra experiencia creativa en una mesa redonda organizada por la Residencia de Estudiantes de Madrid. Allí, junto al piano que Federico tocó más de una vez, mi hermano Carles Esquembre, mi compañero y sin embargo amigo Juanfran Cabrera, Quique Palomo y un servidor hablamos largo y tendido sobre el nuevo género lorquiano en el cómic».
La huella de Lorca es la expresión de esa reflexión con la que te invitaba a pensar al inicio llevada a sus últimas consecuencias. Carlos Hernández no viene a contarnos en viñetas lo que biógrafos, historiadores y estudiosos de la obra del artista ya escribieron antes mejor que nadie. Lo que sí hace es recordarnos cómo la vida de una personalidad tan importante pudo marcar y acompañó a personajes completamente diferentes y dispares y cómo, a través de doce visiones del todo variopintas repartidas en otros tantos capítulos, consigue recrear completamente, incluso prescindiendo de su presencia, la figura, carácter, virtudes e incluso debilidades de Lorca. Desde quienes fueron sus vecinos en Granada a uno de sus muchos amigos en Madrid; desde quienes coincidieron con él en una fiesta en Nueva York a quienes le acompañaron, convaleciente de una operación, en La Habana; desde quien pudo salvarle aquella fatídica noche hasta quien cuenta que fue él quien le enterró después de que le asesinaran… Amigos, enemigos, testigos de su paso, da la realidad de su legado e imponente presencia.
«Ya tenia la idea principal y una cosa muy clara -explica Carlos Hernández en un texto que sirve de epílogo a esta edición titulado «Confesiones para la tercera edición»–, no convertir a Lorca en un como un polichinela de los teatritos callejeros de cachiporra. También me negué rotundamente a seguir una estructura lineal para contar su vida de forma seriada, ya existen muchas biografías y no quería hacer exactamente lo que más me aburre del mundo, un biopic predecible y sin alma. La premisa del protagonista pero al mismo tiempo omnipresente en la memoria de los que lo conocieron, igual de elusivo que tangible en esencia, representa el espíritu lorquiano que impregna Granada casi noventa años después de su asesinato. Ignorado y amado a partes iguales, resucitado y vuelto a fusilar cuantas veces sea necesario en una ciudad que todavía no ha sabido perdonarse ni pedir perdón por los cinco mil muertos en las tapias del cementerio».
Visto el recorrido de La huella de Lorca, es evidente que Carlos Hernández logró muchos objetivos que, a día y lectura de hoy, siguen enganchándonos desde la primera viñeta con su planteamiento de contarnos la vida de Lorca a través de las vidas de otros. Para mayor agradecimiento a la tenacidad del dibujante y guionista, que llevaba muchos años de dibujo profesional a sus espaldas, su resolución a cambiar las tiras de humor por una profunda y notable novela gráfica sobre un tema radicalmente opuesto a su forma habitual de dibujar fue superado a base de trabajo y éxitos sobre los errores que aún recuerda: «si intentar adaptarme al lenguaje gráfico y narrativo americano me resultó difícil, la tarea de lidiar con una novela gráfica de tal vez noventa o cien paginas me pareció como enfrentarme a un miura sin haber toreado una vaquilla en mi vida. Mi estilo se había desarrollado desde 1994 en el género del humor gráfico y la tira cómica. Me había batido el cobre en la década de los años 2000 en las páginas de la mítica revista andaluza El batracio amarillo, asi que más o menos dominaba los recursos del cómic humorístico con bastante confianza en mis capacidades para el lápiz y la tinta, en formatos cortos de una o dos páginas como mucho y escasa continuidad conceptual. El Torres me ofreció entonces tomar la alternativa en La Monumental de Barcelona, ante un potencial público de varios miles de personas y torear un morlaco grande y zaino como él solo. O sea, dibujar una novela gráfica de cerca de 75 páginas sobre Federico García Lorca. El proyecto venia de Norma Editorial. La primera edición apareció en abril de 2011 y supuso mi entrada profesional en el mundo del cómic a nivel nacional».
Basta contemplar las muestras que de La huella de Lorca ilustran esta reseña para darse cuenta del enorme y brillante trabajo de Carlos Hernández como sólido dibujante y no sólo como guionista capaz de convertir meses de documentarse en un sólido guion de lectura fácil donde cada palabra ha sido tan cuidadosamente elegida como lo eran las que formaban los versos de Lorca. Gran parte de la culpa de que esta espléndida y recomendable obra llegase a nosotros se debe a otro gran guionista de cómics mencionado en la portada y que, una vez abierto el libro donde Carlos Hernández se dice autor del guión y dibujos, El Torres aparece textualmente como el que «limpía, brilla y da esplendor».
En realidad, ya en su día en el blog del autor, éste explicaba el papel fundamental de El Torres a lo largo de todo el proceso de creación y vida de La huella de Lorca: «todo empezó en el verano del 2009, El Torres andaba buscándome un hueco en el mundo laboral, tratando de llevarme por el camino recto de los dibujantes serios, cuando de repente me llamó con la noticia de que en Norma buscaban a un dibujante granaíno con el que emprender el proyecto de una novela gráfica basada en la figura de Federico García Lorca. Me tomé el proyecto muy en serio y tras un par de salidas en falso, Norma aprobó la muestra que entregamos como propuesta inicial en diciembre de 2009. Lo siguiente que recuerdo es una sucesión de meses fríos y calientes, que pasaban a toda velocidad como en la peli El Tiempo en sus manos en los que trabajé, leí, escribí y dibujé más que nunca, con lentitud, mientras todo corría a cámara rápida a mi alrededor».
«En un principio -continúa Carlos Hernández–, El Torres escribiría el guion, pero mi carácter obsesivo, casi bipolar, por encontrar la perfección granaína, me llevó a discutir cada línea que el pobre Juan escribía y a incordiarle con el tono y mil detalles granaínos que él no estaba obligado a conocer… El Torres tuvo gran paciencia con mis neuras pero se hartó de mí y a partir del segundo guion, yo me encargué de la parte literaria además del dibujo (pobre de mí). Sin embargo, lejos de abandonarme, me procuró consejo, arbitrio y lucidez en momentos de locura mística en los que yo entraba en barrena cada vez que escribía un nuevo capítulo y gracias a su experiencia y saber estar, pudimos encauzar cada idea, cada línea y cada diálogo en el camino adecuado«.
Carlos Hernández no duda den señalar y agradecer la paciente e importante labor como veterano escritor de El Torres: «fue la pieza fundamental para consolidar la estructura que había diseñado, corregía cada una de mis historias y me las devolvía en forma de guiones técnicos de seis páginas para que yo dibujara mientras él limpiaba y pulía el siguiente capitulo. A primeros de 2011, el material estaba listo para meterle bocadillos, rotulación, maquetación y todo el acabado final por su parte». Y el resto el tiempo lo sigue colocando en su sitio, con una nueva edición con nueva portada e innumerables extras que reivindican sin excusa al personaje de Lorca, pero también el éxito de La huella de Lorca como novela gráfica adulta, capaz de entretener educando y recuperando la memoria de las cosas que nunca deberíamos olvidar para no volver a caer en nuestros errores. Una vez más el cómic evidencia como medio de expresión la validez de su formato y permanencia de su mensaje.
A esta edición en flamante cartoné y letras del título en relieve lo introduce un sentido texto de Antonio Arias, líder del grupo Lagartija Nick y devoto lorquiano, quien admite: “nunca he reconocido a Federico García Lorca en el cine. Ningún actor se me hace creíble, cosas de los mitos sagrados. Por el contrario, en esta novela gráfica aparece enseguida. Lo veo, lo creo. En esta huella de Lorca, los trazos que observas siguen moviéndose en tu interior, como en un sueño. He podido vivir esta lectura que rescata al poeta de su propia muerte y rinde homenaje a muchas memorias; la personal, la colectiva, la gráfica”. Se rescata a continuación el detallado texto que sirvió de prólogo a la edición de 2011 escrito por Pilar del Río, Presidenta de la Fundación Saramago, periodista y traductora, junto a la también periodista y escritora Mercedes de Pablo.
Terminando con el texto del propio Carlos Hernández «Confesiones para la tercera edición» ya mencionado, se añaden tres espectaculares páginas sobre Enrique Morente publicadas originalmente en el libro Flamenco y Cómic de la Asociación RC Viñetas con la colaboración del Instituto Andaluz de la Juventud y el Instituto Andaluz del Flamenco, de 2012. Además, cierra el libro un dossier gráfico con ilustraciones inéditas, estudios de personajes, bocetos y, sobre todo, la sensación de haberte asomado, por un momento, a la vida de alguien muy especial desde una visión alejada de academicismos que llega hacernos sentir, en las páginas más tristes, la presencia de Lorca y el peso de sus palabras más allá del momento en que alguien, sin lograrlo nunca, al contrario, trataron de silenciar la voz más noble de todas: la que es capaz de contarnos la vida a través de la poesía.
SOBRE LOS AUTORES
CARLOS HERNÁNDEZ
Carlos Hernández Sánchez (Granada 1972) Graduado en Conservación y restauración de bienes culturales, máster en arte, museos y gestión del patrimonio histórico, es conocido por sus colaboraciones en el diario Ideal, donde publica tiras cómicas desde 1994, la última de ellas titulada Orce-man, ambientada en la prehistoria y leída por varios miles de lectores en Granada, Almería y Jaén, así como por el resto del mundo a través de su blog (orce-man.blogspot.com). Actualmente compagina su trabajo en Ideal con otros proyectos orientados a la ilustración infantil, la novela gráfica y nuevas tiras cómicas de Orce-man. De hecho, la firma de Carlos Hernández no es desconocida para los aficionados al cómic más alejado de la pirotécnica de licencias comerciales. Desde sus colaboraciones iniciales en diversas publicaciones, tales como V.O. o Mala Impresión, Hernández se ha ido perfilando como un historietista interesado en utilizar el cómic como soporte narrativo de divulgación de temas culturales y vinculados directamente a la literatura.
EL TORRES
(Málaga, 1972) Prolífico guionista y editor, con una notable trayectoria internacional, especializado en historias de terror y de aventuras. Algunas de sus obras más reseñadas han sido The Veil (El Velo, 2009), la serie Nancy in Hell (2010-2014) y The Suicide Forest (El Bosque de los Suicidas, 2010), que fue premiado con tres Premios Haxtur y ha llamado la atención de las compañías cinematográficas. En 2015 recibió el Premio al Mejor Guionista, en Expocómic, por la novela gráfica El Fantasma de Gaudí, que también fue premiado en el Salón de Barcelona 2016 como Mejor Obra Nacional. En 2017, recibió también el I Premio Carlos Giménez por el guion con Camisa de Fuerza, libro que también recibió el Premio del Salón del Cómic de San Sebastián.
