Jean Giraud escogió bien el seudónimo por el que permanece porque, como la cinta creada por el matemático y astrónomo alemán August Ferdinand Möbius en 1858, Moebius es el dibujante infinito. En vida, fue creador de historias tan inmortales como su legado en todo género posible e imaginable: desde los áridos paisajes del salvaje oeste de su personaje Blueberry a obras básicas de la ciencia ficción europea como El Incal o Los Jardines de Edena. Aferrado al lápiz hasta sus últimos días, ilustró miles de planchas, dibujos, cómics, dejando su impronta también en el mundo del cine en el que trató de hacerse hueco desde finales de los años 70 del siglo pasado. Participó, junto a Alejandro Jodorowski, en un intento frustrado de llevar Dune al cine. Posteriormente colaboró en Alien (1979) de Ridley Scott, Tron (1982) de Steve Lisberger, Los Amos del Tiempo (1982) de René Laloux, Willow (1988) de Ron Howard y Abyss (1989) de James Cameron o El Quinto Elemento de Luc Besson (1997).
Por encima de su aportación al mundo del cómic a niveles que pocos autores alcanzaron, doce años después de su muerte, el nombre de Moebius permanece más vigente que nunca. Los libros que compilaban el arte inimitable, inigualable y único de Moebius, editados en nuestro país en los 80 por Norma Editorial (Starwatcher, Venecia Celeste, Caos y tantos otros), junto a cualquier catálogo de exposiciones del autor, son actualmente piezas buscadas, de verdadero coleccionista. Del mismo modo que cualquier novedad editada por Mœbius Production, la editorial y productora fundada por Jean Giraud y su esposa Isabelle, que desde hace más de veinte años organiza importantes exposiciones en Europa y Asia que, eventualmente, recuerdan su gigantesco legado, mil y una vez editado y, sin embargo, siempre vivo, latente y novedoso.
Y es así que llegamos a esta Obra hermética, editada realmente a lo grande por Reservoir Books. Estamos ante el libro del año. En formato (22,7 x 4,3 x 29,6 cm.), en contenido (480 páginas desbordadas de dibujos de Moebius) y en importancia al haber sido capaces, después de sus memorables y cuidadas ediciones integrales de El Incal, Incal final y La loca del Sagrado Corazón, de reunir en un solo tomo y en orden cronológico todas las historietas personales de Moebius precursoras o participes de la época dorada de la revista Metal Hurlant (1975-1987), de la que fue cofundador junto a Jean-Pierre Dionnet y Philippe Druillet, quienes se constituirían además con ese legendario nombre colectivo de Les Humanoïdes Associés.
Obra hermética supone poder disfrutar, tocar y recrearse en un formato digno de una parte de la obra y trayectoria de Moebius verdaderamente COMPLETA como nada que se haya editado nunca antes aquí. Enciclopedia visual instantánea del artista francés, completistas, coleccionistas, devotos, fanáticos y practicantes del culto a la línea clara y a una forma de entender el cómic que nunca se repetirá, no tienen que ir más lejos para disfrutar del verdadero Grial Gráfico. Porque fue para todas estas páginas que ahora podemos leer reunidas, que Giraud o Gir decidió superarse como dibujante, igual que sus compañeros, revolucionando en el intento la mayor parte de mecanismos narrativos del cómic conocido en aquella lejana década de los 70. Claude Ecken, notable escritor de ciencia ficción con cerca de una veintena de obras, novelas, libros ilustrados e incluso cómics, pone claramente de manifiesto en el completísimo posfacio narrado a este libro, con el título de «Los tres pilares de la creación» como «todos los artistas de esa generación surgida en Francia a finales de los sesenta eran presa de una ambición desmesurada que los impulsaba a superarse y a enfrentarse». En muchos casos la mayor ambición de este conjunto de artistas perfeccionistas era llevar a la historieta a un respetable nivel superior, al del Noveno Arte. Al de demostrar cómo estirar los límites de la narración a extremos nunca antes alcanzados. «Sobre todo me considero dibujante por encima de todo -afirmaba Moebius en la entrevista que conseguimos hacerle para la versión impresa de LH-. Sin embargo como dibujante me puedo permitir dotar a mis trabajos de una calidad sencilla o de un toque que me acerque a esa cofradía (risas) exclusiva del Arte con mayúsculas. Son nociones muy fluctuantes y nada precisas. Son clasificaciones con las que tener cuidado, desde luego«.
Si eres conocedor de Moebius y, aún más importante, aún sin ser completista o coleccionista de sus universos, cualquier aficionado al cómic sabe que títulos como «El Garaje Hermético», «Arzach», «El mayor Fatal», «The Long Tomorrow» y decenas de otras historias, cambiaron por completo el medio, redefiniendo el género fantástico y la ciencia ficción hasta el punto de que lo logrado entonces por el autor sigue influyendo en las generaciones de autores y dibujantes posteriores. Y todas están contenidas, juntas, en esta Obra hermética. Resulta inconcebible pensar que, lograda una reputación de «autor clásico» tras el éxito y el estilo detallista que Jean Giraud desarrolló con su dibujo ilustrando los guiones de Jean-Michel Charlier en Blueberry, el autor llegase en su ciclotimia artística a estar convencido de su genio a veces para poco después dudar de su capacidad como dibujante. Aún en una entrevista en 1993 para el catálogo de ArtFutura declaraba: «esto es algo que me afecta mucho: cómo se me ve, lo que pueden pensar de mí. Hay momentos en que es muy agradable tener este tipo de pensamientos pero también los hay que son totalmente angustiantes. A menudo tengo la impresión de que los dibujantes me toman por una especie de payaso desenmascarado. O también como una especie de fantasma: Moebius se revela por lo que es, un mediocre. Pero siempre me llevo la sorpresa de ver que estos artistas me quieren bien. ¡Es formidable! ¡Ojalá que esto dure!»
Obra hermética se presenta muy brevemente recordando al respecto del material incluido que «todas estas paginas se han publicado ya en numerosas antologías o recopilaciones cuyo contenido no ha dejado de variar a lo largo de los años. Para esta edición integral se ha optado por una sucesión mas o menos cronológica basada en el orden de aparición original de las distintas historietas. «El hombre del Ciguri», por su parte, data de principios de la década de 1990. Moebius la dibujó cuando vivía en Estados Unidos, como continuación de «El Garaje Hermético», y en ella redescubrió su principio de escritura automática para un medio impreso estadounidense. Su intención era que estuviera vinculada con su producción dedicada al emblemático personaje del Mayor, por ese motivo la incluimos en esta edición».
Cuando se habla de la obra de Moebius, uno entiende que datos o información son en realidad vitales. Cuando Reservoir Books confirmó la fecha definitiva del lanzamiento de esta obra magna, las redes sociales se incendiaron con esta portada tan bien elegida de entre las muchas maravillas a color del dibujante francés. Lo más curioso fue leer repetidamente la misma pregunta decenas de veces: «¿Qué incluye el tomo?» o «¿Alguien tiene el índice de historias incluidas?». Si por un segundo nos quedamos en lo práctico, si eres coleccionista de Moebius aquí encontrarás historias cortas e ilustraciones que posiblemente no hayas visto nunca antes, con seguridad. Por otro lado y aunque no es un dato al que solamos dar importancia, el precio de Obra hermética es de 66,40 €. Ahora, si empiezas a buscar todos esos títulos que, por separado, fueron editados en España incluso por Ediciones B, lo primero que vas a descubrir es que el 99% de ellos están descatalogados y sólo podrás encontrarlos de segunda mano y, en la mayoría de casos, a precios de subasta de arte… De modo que si Moebius es tu autor, sí merece la pena. Sin duda. Y si es la primera vez que te acercas a uno de los mejores dibujantes fantásticos de todos los tiempos, no dejes escapar la oportunidad de hacerte con esta verdadera joya editorial.
El momento en que llegues al enorme tomo de Obra hermética , te será inevitable olvidarte de su portada. Después, pese a su enorme tamaño y volumen, te darás cuenta de que es manejable y que la tapa dura y la elección del papel convierte en sobresaliente un trabajo de edición e impresión impecables, donde destacan por supuesto las muchas historietas y páginas a color (en especial las inolvidables planchas de Arzach) pero donde sobresale y destaca el la impecable labor del dibujo en blanco y negro de un autor que sólo cedió a la tecnología en la ultimísima etapa de su obra. Revisadas las historias y comparadas con otras ediciones, éste, como todos deberían serlo, es uno de esos libros donde hay que agradecer y resaltar el trabajo en la traducción de Carlos Mayor, quien abiertamente ha declarado que Obra hermética es «el tebeo más difícil que he traducido en toda mi vida. Escritura automática, términos inventados, referencias a gogó, surrealismo… Juegos, rejuegos y requetejuegos. Son 500 paginitas de nada con todo el Garaje Hermético, las aventuras del mayor Fatal, el cazador cazado, Faragonescia, un posfacio completísimo de Claude Ecken…»
Habiendo leído tantas veces estas historias en tomos individuales, separadas al nacer por el simple hecho de publicarse periódicamente en las páginas de Métal Hurlant (llamada Heavy Metal en su versión norteamericana), volver a caer inevitablemente en ellas en Obra Hermética es una experiencia diferente, que sobrecoge. Recopiladas a menudo las más populares por título y tema (son numerosas las ediciones en tapa blanda o cartoné de «Arzach» o de «El Garaje Hermético»), en Obra hermética la maestría de Moebius al dibujo se torna sobredosis visual continua, sobre todo teniendo en cuenta el orden cronológico en que se pueden degustar tantas horas de vida del autor tras su mesa de trabajo, en las que expresamente se dio a sí mismo total libertad para experimentar y prescindir de límites y fronteras a su proceso creativo.
«Basta con instalarse con un lápiz y un papel en una mesa -apuntaba el dibujante en la misma entrevista para Artfutura–, y después dejar que el placer comience. Cuando dibujas, cuando haces cómics, la que trabaja es básicamente la memoria. A partir de este material liberado por la memoria, se manifiesta una especie de sensibilización a la imagen, después, una corriente que pasa por la mano, el ojo, el soporte y, que, de un sólo golpe, provoca una emoción. He aquí lo que guía la emoción y que se siente viendo un dibujo. De hecho, el dibujo es la emoción que deja un rastro».
Obra hermética es una obra a degustar con la calma de encontrarse ante algo único, donde los aperitivos en algún caso de apenas una página o una simple ilustración tienen a veces tanto peso como las historias que siguen encumbrando a Moebius por lo que sus dibujos siguen transmitiendo. Sin embargo es inevitable no detenerse por un instante en algunos capítulos clave explicados por el propio autor.
«El desvío» es una muestra irreverente que resume la actitud rebelde de Moebius sobre escribir y dibujar para una revista o cumplir plazos, convirtiéndose a si mismo en personaje ante su ausencia de ideas para la entrega que le correspondía. Su entradilla lo deja bien claro: «las desventuras semidementes de una familia en el transcurso de un viaje por Francia en automóvil, para ir a pasar un buen mes de vacacioens en la isla de Ré (todo parecido entre personas reales y los personajes de esta historieta ha sido muy difícil de lograr)». A lo que añade: «documento novelado y dibujado con pluma por Jean Giraud a partir de una ausencia desconcertante de guión obra de él mismo (me gustaría precisar, asimismo, que la historia que aparece a continuación se entregó a tiempo y no contiene en absoluto gato encerrado)». En una de las reediciones francesas donde se incluía esta historieta, en 1991, Moebius aclaraba: «un día, me decidí, dejé ir mi inspiración, y llegó «El desvío». En aquella época pasaba regularmente mis vacaciones en la Isla de Ré. Es una línea muy plana, así que mediante uno de los métodos clásicos del humor que consiste en invertir valores, lo convertí en un lugar dantesco. Inconscientemente, el tema surgió, las imágenes se sucedieron y se organizaron unas en relación con otras. La historia es simple, se trata de personas aparentemente normales que se van de vacaciones y de repente toman un desvío… En todos los sentidos de la palabra, y ahí empiezan los problemas. Es una parábola clara: si sigues los caminos marcados por la sociedad todo está bien, pero si te desvías de ellos para tomar un camino lateral, un desvío, entonces te esperan extrañas aventuras y nadie sabe adónde te pueden llevar…»
Y luego está «Arzach»… o Harzak, o Harzac. Sin duda uno de los más legendarios y recordados jinetes interestelares, siempre a lomos de su pterodelfo, amaestrado y simpático pterodáctilo amaestrado, criatura que será además rescatada posteriormente en El Incal. Sin palabras, Moebius inicia aquí un proceso de fusión pura de sus relatos a partir de lo propios dibujos, capaces de contarlo todo si necesidad de añadir ni una sola letra más allá del nombre del protagonista. «Cuando se publicó «Arzach», el impacto público fue asombroso -recordaba perfectamente el autor-. Estas páginas tuvieron el efecto de una bomba, una pequeña revolución en el mundo del cómic. Al principio sorprendió mucho que en estas páginas no hubiera ni el más mínimo texto. Además, la historia no correspondía a ninguno de los patrones narrativos clásicos, al menos en el ámbito del cómic, porque en la literatura contemporánea este tipo de progresión no es excepcional. Finalmente, gráficamente no escatimé esfuerzos y dediqué a cada imagen una cantidad de trabajo y energía comparable a la que habitualmente se reserva a un cuadro o una ilustración. Para mí, «Arzach» fue una especie de pasaje al acto, una inmersión en mundos extraños, más allá de lo visible. Sin embargo, no se trataba de producir otra historia estrambótica, sino de revelar algo muy personal, del orden de la sensación. Mi proyecto era expresar el nivel más profundo de la conciencia, la franja del inconsciente. Por tanto, esta historia está llena de elementos oníricos».
Habiendo tenido la suerte de poder ver en persona en la exposición itinerante sobre el cómic de todos los tiempos que la Fundación La Caixa llevó por toda la península, esta enorme plancha que aquí supuso una de las viñetas a doble página más brutales de la historia del cómic, es motivo suficiente para releer o volver a recrearse en las ilustraciones de «Arzach» una y mil veces.
«The long tomorrow» es otra historia con entidad propia que recuerda además un momento muy específico en la vida profesional de Moebius y donde los escenarios desarrollados en esta thriller de ciencia ficción marcarían el camino a seguir de muchos de los elementos del vasto universo de El Incal: «dibujé «The long tomorrow» en 1975, cuando trabajaba con Alejandro Jodorowsky en la adaptación cinematográfica de Dune. En principio. Douglas Trumbull debía ocuparse de los efectos especiales, pero, al no llegar a un acuerdo Jodorowsky contrató a Dan O’Bannon para reemplazarlo. Dan vino a París. Barbudo, vestido informalmente, era el típico poshippie californiano. Su verdadero trabajo empezaría cuando se iniciara el rodaje, cuando se contase con elementos materiales. Como todavía estábamos en la etapa de los preparativos y de las ideas, no tenía prácticamente nada que hacer y se aburría bastante. Para matar el tiempo, dibujaba. Dan es conocido sobre todo como guionista, pero es un excelente dibujante. De haberlo querido, hubiera podido convertirse en dibujante de historietas.
Un día, me enseñó lo que dibujaba: era el story-board de «The long tomorrow». Una historieta policíaca clásica, pero situada en el futuro. Me entusiasmó. Cuando los europeos se lanzan a ese tipo de pastiche, el resultado nunca es del todo satisfactorio: a los franceses les queda demasiado a la francesa, a los italianos demasiado a la italiana.. Tenía ante mis ojos un pastiche que era más original que el propio original. Creyendo parodiar, Dan seguía la tradición. Como la historia era muy potente, enseguida presentí que me permitiría jugar gráficamente, con toda libertad, sin artificios convencionales, para concentrarme constantemente en un sujeto fluctuante. El traje de Pete Club, por ejemplo, está en el límite de lo ridículo, muy lejos de la tradición la gabardina a lo Bogart Y lo mismo ocurre con la mayor parte de los elementos visuales. Seguí escrupulosamente el guion de Dan. Me gustaría que un día se publicasen las dos versiones, una al lado de la otra. Como la historieta le gustó a todo el mundo, le pedí una continuación, pero no me atrajo. Era simplemente una aventurita y nunca la he dibujado. Tras el fracaso de Dune, Dan me llamó para Alien… pero ésa es otra historia…»
Recomendables todos los relatos, donde pierdes la noción del tiempo y casi del espacio en los dibujos, en cada uno en sus detalles, en sus delirios, en su mezcla de lo surrealista con grandísimas ideas y mejores resoluciones gráficas, Obra hermética es del todo un volumen redondo y completo al incluir la experiencia donde todo era posible que se resumen en una de las historias más icónicas y celebradas de Métal Hurlant. «El Garaje Hermético»
«El «Garaje Hermético» no es una estructura cerrada -explicaba Moebius años después de su publicación-. Contiene aberturas y conexiones a otros sistemas. Los universos en expansión nos permiten imaginarlo todo, por ejemplo, que todas las historias que he dibujado pertenecen al mundo del Mayor Grubert, o a un mundo regido por las mismas reglas, el universo de Moebius. La génesis del «Garaje Hermético» no es muy ortodoxa. En aquella época, a menudo me encontraba en estados un tanto exaltados… Corría a casa para dibujar una página, a veces dos, a altas horas de la noche, hasta que caía exhausto. Por la mañana podía encontrarme con páginas absurdas o poco interesantes, pero a veces terminaba algunas de ellas para hacer historias de cuatro o seis páginas. El Garaje empezó así. En mi opinión, las dos primeras páginas no eran más que una broma gráfica, una mistificación que no podía, no debía, conducir a nada, que no requería seguimiento alguno. Sin embargo, había intentado traducir una parte de lo que era, de lo que estaba viviendo o había vivido. En general, cuando dibujo una situación, me proyecto en ella. Es como un recuerdo fugaz que recuperamos, una visión evanescente, un sueño que intentamos revivir. Una vez terminado, guardé estos dos tableros en un cajón y me olvidé de ellos». Por suerte para todos los que admiramos y seguimos descubriendo la obra de Moebius, no lo hizo. Por eso no pierdas la oportunidad de redescubrir ahora todo esto y muchísimo más en Obra hermética, un libro que es imposible que te deje indiferente y que es todo un símbolo de celebración del triunfo de la imaginación de un autor cuya obra le ha dado la inmortalidad a un nivel que va más allá del mundo del cómic, no sólo por la inmensidad de los miles de trabajos que llegó a dibujar y firmar en vida, sino sobre todo, por lo que fue y es capaz de hacernos seguir soñando a través de sus dibujos.
SOBRE EL AUTOR
MOEBIUS
Moebius, seudónimo de Jean Giraud (1938-2012), ha sido y es uno de los autores más importantes de la historia del cómic. Colaboró con señalados guionistas como Jean-Michel Charlier (Blueberry, 1963-1989), Dan O’Bannon (The Long Tomorrow, 1976), Alejandro Jodorowsky (El Incal, 1981-1988, 2000; La Loca del Sagrado Corazón, 1992-1998) o Stan Lee (Estela Plateada: Parábola, 1988-1989), entre muchos otros. Y también ejerció de guionista para dibujantes tan notorios como Bruno Marchand (Little Nemo, 1994-1995) o Jiro Taniguchi (en Icaro, 2000). En solitario, desarrolló una fulgurante carrera paralela que lo encumbró durante décadas como el autor de referencia en Europa, América y Asia; buena parte de su legado se origina en sus trabajos para la revista Métal Hurlant (Heavy Metal en Estados Unidos) en los años setenta y ochenta. En el mundo del cine su influencia ha sido y sigue siendo notable, de manera directa -participó en el diseño de producción de Alien (1979) y Tron (1982)- e indirecta, pues su visión ha influido en el devenir de la ciencia ficción fílmica del último medio siglo.