Somos lo que vivimos, lo que leemos, lo que vemos y sentimos a lo largo de todos los años que nos son otorgados en este curioso y extraordinario mundo donde maravillas y dolor conviven a un segundo de distancia. Supongo que quienes son capaces de crear son conscientes de que, las historias a las que nos conducen, ya sea mediante palabras, dibujos o imágenes en movimiento, no sólo nos cuentan lo que ellos quieren contarnos. A veces lo que las hace importantes, increíbles o vitales para quienes las esperamos al otro lado, es precisamente todo lo que de nosotros mismos despiertan, sin saberlo, en sus relatos. El día más largo es la ópera prima de un nuevo y joven autor que, como él mismo desvela, «surge con la intención de rendir un homenaje a mi abuelo materno y reflejar lo que conllevó para mí su pérdida». Ese largo día del título se refiere en realidad a esas interminables horas que, posiblemente, todos los que leéis estas líneas habéis vivido en un momento de vuestra vida: asistir al velatorio de un ser querido en un desangelado y siempre olvidable tanatorio.
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Mario Barrachina nos ofrece una historia honesta, realista, marcado por un costumbrismo tan visual y pausado que casi compartimos la pérdida del personaje cuando acabamos de leer esta novela gráfica. Traído y contado desde nuestros días, es increíble como la lectura de El día más largo trajo a mi memoria fragmentos que creía olvidados de la novela Cinco horas con Mario del gran Miguel Delibes. Salvadas las distancias y la temática entre una y otra historia, lo cierto es que aquí la ausencia del abuelo de Mario sirve para reconstruir, como en la novela de Delibes, y afianzar algunos de los muchos y mejores recuerdos que autor y personaje a una vez guardaban y guardarán siempre de él. «Mi otro abuelo falleció cuando yo tenía nueve años -explica el autor-, pero a esa edad no terminaba de ser del todo consciente de lo que eso suponía y, cuando fui dándome cuenta, unos años más tarde, su ausencia era algo que ya había interiorizado. En este caso, me pilló con diecisiete años, una edad complicada. Todavía no era una persona madura y, en algunos aspectos, seguía teniendo una actitud algo egoísta y despreocupada, propia de la adolescencia. Pero, por otra parte, era lo suficientemente mayor como para saber –esta vez sí– lo que estaba ocurriendo».
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El día más largo es, sin embargo, una lectura que se disfruta en una única y amena lectura. Porque, como en la vida real, lo que queda de quienes nos dejan son sus recuerdos y los mejores momentos que, en el caso del abuelo protagonista, todos le señalan indudable y sencillamente como «un hombre bueno». «A través de esta historia quiero contar cómo este momento marcó mi paso a la vida adulta -insiste el autor- y recordar los buenos momentos vividos con mi abuelo, que retratan la bondad y los buenos valores que siempre tuvo y que tanto me siguen influyendo hoy en día».
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Lo que nos queda leída esta novela gráfica es, posiblemente uno de los mayores anhelos de su autor, en especial con quienes tengan que lidiar con algo similar a su experiencia a una edad parecida: «La adolescencia suelen ser años difíciles y confusos. Por ley de vida, es muy probable que a esas edades tengan que enfrentarse a una pérdida de este tipo y es normal que no sepan muy bien cómo hacerlo. Y si, afortunadamente, no es así, creo que mi obra puede servirles igualmente para saber apreciar la enorme suerte que tienen y aprovechar todos los momentos que puedan pasar con sus abuelos. Muchas veces, y sobre todo a esas edades, damos por hecho que esas personas están ahí y no terminamos de valorar lo que supone tenerlas y poder disfrutar junto a ellas».
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Pese a su juventud, a Mario Barachina le nacieron las ganas de dibujar influido por clásicos del cómic de los que, por suerte, podemos seguir siempre hablando: «El humor es algo que va bastante ligado a mi trabajo y mi forma de ver las cosas, y que también está muy presente en El día más largo. Esto seguramente se lo deba en gran parte a autores como Hergé, con Las aventuras de Tintín, o a la cantidad de tomos que leía y releía cuando era pequeño de Mortadelo y Filemón o 13, Rue del Percebe, de Ibáñez«.
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Y aunque la sencillez de su trazo es recurrente a lo largo de toda la obra, resultan evidentes lecturas contemporáneas que el autor no niega. Como buen murciano, las viñetas de El día más largo reflejan los paisajes duros, áridos, carentes de excesivos adornos, de esa tierra agradecida y dura a la vez. Con tonos pálidos y grises narrando el presente desde el Mario y su familia reciben a conocidos y pasado en su obligada estancia en el gris tanatorio, cuando despiertan los recuerdos de su abuelo en otros tiempos, las viñetas se tiñen de esa luz directa mediterránea que pinta las escenas vividas como, por ejemplo, las viñetas de la obra de Paco Roca. «Es imposible negar que Paco Roca es uno de mis principales referentes -confirma Mario Barrachina–, tanto a nivel temático como de estilo. Me gusta mucho la humanidad con la que retrata a sus personajes y las relaciones familiares. Por otro lado, me interesan especialmente autores como Jeff Lemire, por su forma más cruda de retratar a las personas, o Bastien Vivès, que considero que aporta una sensibilidad especial a sus historias».
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Uno de los mayores logros de El día más largo es la convicción y trabajo de Mario Barrachina para llevarlo a cabo. En estos tiempos donde se comparte la saturación editorial con el nacimiento de nuevos talentos, el autor antepuso trabajar en aquello a lo que quiere dedicar su vida antes que confiar en la suerte o en esperar sin avanzar. «Desde el principio -comenta-, sabía que el proceso de conseguir publicar un cómic iba a ser difícil, que no podía dar nada por hecho, sobre todo al ser mi primera obra. Durante el proceso probé a enviarlo a un par de concursos, pero no hubo suerte. Decidí terminar de dibujar el cómic por completo para contar con un proyecto sólido y que transmitiese confianza a la hora de contactar con las editoriales. Algunas de ellas mostraron cierto interés en un principio, pero finalmente fue Planeta la que decidió seguir adelante con la propuesta. Recuerdo que, cuando recibí el mensaje, estaba de viaje en Cantabria con mi familia, sentados en la mesa de un restaurante, lo cual no pudo ser más oportuno para celebrar la buena noticia».
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En su elaborada y vistosa página web, que te invitamos a visitar aquí, Mario Barrachina se reafirma ante todo en su trabajo: «llevo dibujando desde que tengo memoria, así que, ¿por qué dejar de hacerlo ahora? De niño solía dibujar en todo lo que podía; desde los manteles de papel de los restaurantes hasta las propias mesas de mi clase. Siempre me gustaba pensar que dejaba un regalo para la siguiente persona que se sentara allí».
Demostrando que El día más largo no es una mera suma de buenos recuerdos, sino la demostración de que toda buena enseñanza nos construye como personas, es loable la determinación de Mario Barrachina para llevar a cabo un libro como éste a base de trabajo puro y duro. «Tuve la suerte de poder plantear este proyecto como un trabajo a tiempo completo -confirmaba en su entrevista promocional para la revista Forum de Planeta-. Cuando surgió la idea de este cómic, estaba terminando mi último año de carrera, y aproveché algunas de las asignaturas para empezar a adentrarme en el proyecto e ir dando forma a la idea. Al acabar la universidad, decidí dedicarme por completo a él hasta terminarlo, planteándolo como cualquier otro trabajo, con jornadas de ocho horas al día. Me trasladé a la casa que aparece en el cómic a vivir con mi abuela, para poder tomar referencias durante los seis meses que tardé en completar el guion y el abocetado de todas las páginas. En las siguientes fases del proceso aflojé un poco el ritmo, dando cabida a otros proyectos y ocupaciones, pero siempre manteniendo el cómic como prioridad. En total, si no recuerdo mal, me llevó algo más de año y medio terminarlo».
El resultado es un homenaje digno de ser leído, meditado y reflexionado, pero sobre todo es una invitación viva a apreciar la presencia de todas esas personas que nos rodean y que nos hacen crecer por dentro mientras aprendemos a afrontar este mundo.
SOBRE EL AUTOR
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MARIO BARRACHINA
Mario Barrachina nació en Yecla (Murcia) en 1999. Lleva dibujando desde que le alcanza la memoria; de niño aprovechaba cualquier oportunidad y soporte, como los manteles de papel de los restaurantes o las mesas del colegio. Le encantaba dibujar las viñetas de sus cómics preferidos, como Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape o Tintín, entre otros; quién sabe si ya con la idea de algún día llegar a dibujar sus propias historias. En 2021 comienza su carrera profesional al abordar su primer proyecto de novela gráfica: El día más largo. Actualmente, su trabajo como ilustrador autónomo se centra principalmente en la ilustración editorial y la cartelería.