Por mucho que todos nos reafirmemos en este alocado presente en el que los acontecimientos de toda índole nos precipitan al día siguiente casi sin habernos despertado del todo el día anterior, hay muchas razones para mirar atrás. Hay quien lo hace por nostalgia atascado en el tópico de mejores tiempos pasados, perdiéndose posiblemente lo bueno del presente. Hay muchos que no lo hacen y repiten los mismos fatales errores una y otra vez. Y luego está el mundo del cómic. En este rincón tenemos la suerte de compartir mucho nuevo talento e incluso ideas originales. Pero es innegable que, como si de una moda se tratara, las editoriales en todo el mundo y concretamente en este país también, no dejan de mirar atrás y rebuscar debajo de las piedras como si de una moda se tratase. Hojeando las novedades de cualquiera de los muchos y respetables hogares de autores y libros que nos rodean, retomar lo antiguo debe dar sus frutos cuando autores y títulos europeos y norteamericanos vuelven a aparecer desde el pasado a la actualidad de los estantes de tu tienda de cómics favorita. En el caso de Diábolo Ediciones, su labor siempre ha ido unida al espíritu de dar a conocer verdaderas joyas cuyos originales hoy en día son piezas de museo. Si ir más lejos su reciente recuperación de Thimble Theatre de E.C. Segar, el Li´l Abner de Al Capp, el John Carter de Chris Claremont, Marv Wolfman, Gil Kane, Ernie Colon y Frank Miller o el Melvin Monster de John Stanley…
Pero si levantamos el telón del género de terror, hace más de diez años fue la única editorial capaz de editar con calidad, buen gusto y mucho respeto la Biblioteca de Jack Kirby y Joe Simon o los archivos de Steve Ditko, por solo mencionar alguno de sus muchos autores. Más cerca en el tiempo, retomó con la dignidad que siempre se mereció una cabecera tan mítica y verdaderamente como Tales From The Crypt, junto a once imprescindibles tomos de una completísima Biblioteca de cómics de terror de los años 50. Proveniente gran parte del material de los interminables archivos de Entertaining Comics Group, la legendaria EC, esta empresa creada en 1945 por el pionero del medio Maxwell C. Gaines dio cobijo a autores que dieron origen a sus carreras en estas inolvidables publicaciones.
Lo cierto es que de ese inagotable archivo de algunos de los mejores relatos cortos contados en viñetas, aún quedaban sorpresas como esta nueva colección titulada The Haunt of Fear. Ofreciendo de antemano el sello de calidad habitual, la Vieja Bruja y el Guardián de la Cripta nos presentan en este impagable tomo de tapas duras los seis primeros números de la colección, publicados originalmente entre mayo de 1950 y abril de 1951 y que vuelven a contar entre sus páginas con nombres tan destacables y míticos en la historia del cómic como Johnny Craig, Al Feldstein, Wally Wood, Harvey Kurtzman, Graham Ingels, Al Williamson, Reed Crandall, Bernard Krigstein y un largo etcétera.
Muy honestamente, y después ya de tantos volúmenes editados siempre con todo el cuidado posible, abrir este nuevo cofre gráfico de pequeños tesoros y joyas del terror, no deja de sorprenderme cada vez cómo Diábolo nos prepara para la experiencia de su lectura. Ya sea por la suerte de contar con material original en buenas manos, bien conservado y aún mejor escaneado, la calidad superior del papel de los dos tomos que queremos recomendaros hoy es de verdad impresionante y te invito a que, la próxima vez que uno de ellos caiga en tus manos, te recrees unos instantes en la cálida textura de todas las planchas, el contraste perfecto de colores planos y tinta saturada hasta conseguir los contrastes más perfectos, capaces de hacernos percibir la perfección de los trazos de tantos dibujantes no sólo de renombre, sino eficaces y tan efectivos en su tarea de resumir en apenas unas pocas páginas historias en las que a veces nos quedaríamos un libro entero.
Como suele ser habitual, este primer volumen de The Haunt of Fear cuenta con una notable introducción a cargo de Grant Geissman, autor cuatro veces nominado al Premio Eisner por sus acertados libros relacionados con los cómics de EC y la revista MAD. Geissman nos reintriduce en el mismo universo editorial que rodeó a todas estas publicaciones que, por primera vez en castellano, y en ediciones a la altura de los míticos cómics de EC, Diábolo nos ha dado la oportunidad de conocer y seguir descubriendo. Siguiendo la lista de invitados de honor en sus páginas iniciales, The Haunt of Fear incluye también un prólogo de ese entrañable actor tan ligado el mundo del terror como fue y sigue siendo Robert Englund, quien obviamente reconoce cómo «los cómics de EC fueron y son una influencia fundamental para mi generación y las generaciones venideras».
En cuanto a las numerosas historias contenidas en este tomo de gran formato y presencia, si eres aficionad@ al terror las disfrutarás posiblemente todas. A estas alturas del mundo EC, los autores implicados tenían suficiente destreza gráfica para regalarnos verdaderas maravillas como El muro con arte y guión de Johny Craig en un rendido tributo a Poe, ¡La cosa del pantano! con un inspiradísimo Al Feldstein; el oscuro ¡El asesino del ataúd! o ¡Hacedor de monstruos!, ambos con los impresionantes dibujos de Gardner Fox y muchos más. Cualquier dibujante que se precie encontrará en estas páginas una lección magistral del verdadero dominio y destreza del medio, con una narrativa tan ocurrente, original y aún hoy en día refrescante que, sinceramente, bien merece echar la vista atrás.
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En cuanto al segundo volumen de Shock Suspenstories, ésta pertenece al momento en que EC trató de diversificar temas para seguir publicando viñetas y nuevas cabeceras. Y así nacieron publicaciones como Shock Suspenstories junto con Crime Suspenstories como parte de la New Trend (Nueva Tendencia) de la editorial en 1950. Inicialmente pensadas para cobijar sobre todo historias de intriga y de género negro, el inevitable toque morboso y truculento de la editorial quiso que al final, en muchos de sus números, encontrásemos también historias de terror, ciencia ficción o incluso relatos bélicos. Sin ir más lejos, en este segundo tomo, que contiene los números 7-12 de Shock Suspenstories, publicados originalmente entre febrero de 1953 y enero de 1954, son nada menos dos los relatos que adaptan al formato de cómic historia originales de un autor tan imprescindible a la ciencia ficción como Ray Bradbury. Se trata de ¡El pequeño asesino!, convertida en guión por Al Feldstein y dibujos de estilo realista de George Evans y El juego de octubre, de nuevo con guión de Feldstein e ilustrado en este caso por el portentoso trazo de Jack Kamen.
Precisamente el hijo de este gran dibujante, Dean Kamen, firma el inspirador prólogo de este libro idéntico en calidad de edición a The Haunt of Fear. Curiosamente, Dean Kamen es un portentoso inventor con más de 440 patentes, entre ellas la de la primera bomba de insulina portátil para diabéticos. Reconociendo no haber heredado el talento artístico de su padre pero sí haber seguido sus sabios consejos, recuerda especialmente las palabras de su padre «Dean, nunca sientas lástima por mí. Siente pena por los otros padres. Regresan a casa de sus «trabajos» y es en ese momento cuando pueden hacer algo «divertido». Yo soy el afortunado: amo lo que hago, soy un artista».
En la lista de nuevas historietas resuenan los lápices y el talento de nombres ya conocidos: Johnny Craig, Al Feldstein, Al Williamson, Reed Crandall… Pero se añaden también otros aún más interesantes incluso como Wally Wood, Harvey Kurtzman, Graham Ingels o Bernard Krigstein. Gracias a lo diferente de sus estilos y a lo inspirador de sus convicciones, lo cierto es que la lectura en gran formato de todas estos nuevos relatos nos hace coincidir incluso con la propaganda que originalmente la editorial hacia de esta cabecera, llegando a colocar títulos como ¡Carroña!, ¡El pequeño asesino!, ¡La cita! o ¡La última carcajada! como algunas de las mejores -y más recordadas- historias de EC. Rodeados de tantas ideas repetitivas y mediocres a nivel creativo, reencontrarse mientras disfrutas de este libro con relatos escritos y dibujados hace ya 70 años te hace pensar inevitablemente en cómo las más grandes cimas fueron todas escaladas hace mucho tiempo.
Sin duda todo un testimonio de una época, lo mejor de Shock Suspenstories es su capacidad para sorprendernos y evadirnos de la hiperviolencia y la saturación de malas noticias que nos rodean, con la mirada certera, que no inocente, de autores que no frenaban lo que pensaban o soñaban a la hora de expresarse en viñetas. Ahora sólo queda esperar a nuevas buenas noticias por parte de Diábolo Ediciones y saber qué será lo próximo con lo que logren sorprendernos más aún. Hasta entonces, aprovecha y acércate a estas reediciones dignas de las joyas gráficas que contienen.